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Rodol fo R amír e z S oto
El ciego
París
Mira, él camina e interrumpe
la ciudad, que no está en su lugar
oscuro,
como una grieta oscura que atraviesa
una clara
taza. Y, como en una hoja de papel,
está pintado en él el reflejo del mundo;
él no lo absorbe en sí. Tan solo su
sentir
se mueve, como si captara
el mundo en ondas muy pequeñas;
un silencio, una resistencia… y luego,
esperando, parece elegir a alguien:
entregado, levanta, como para casarse,
la mano, casi con solemnidad.
El perro
De fulgores y vestigios, en Ramón Cote
volver, siempre de nuevo, aintroducir
su cara,
casi con una súplica, y casi compren
diendo,
muy cercano al recuerdo y, sin embargo,
renunciando: pues él no existiría. 24
*
Después vendrán los viajes largos e impor-
tantes y las obras capitales de Rilke: Las Ele-
gías de Duino y Los Sonetos a Orfeo. En ellas
veremos un retorno del Rilke místico pero
enmarcado en la evolución de esta forma
que ha encontrado tras definir su método.
En adelante entonces el poeta se entregará
por completo a seguir el camino de la poesía
que será el camino de su propia vida. Un
camino que termina en el exilio obligado por
el estallido de la Primera Guerra Mundial el
cual fuerza a Rilke a aferrase a lo único en
lo que ha podido fundarse a lo largo de toda
su vida… la poesía.
fulgores y
vestigios , en
de
Ramón Cote
Por Isaías Peña Gutiérrez
Alla arriba, la imagen de un mundo de
miradas
sin cesar se renueva, y tiene validez.
Sólo a veces, secretamente viene una cosa
y se pone a su lado, cuando él se abre
paso
a través de esta imagen, abajo,
diferente,
como es él; no expulsado, ni tampoco
aceptado,
y, como si dudara, dando su realidad
a la imagen que el olvida para, no
obstante,
Rainer Maria Rilke, 1906 /George
Bernard Shaw /sc
24
Rilke, R.M., (1994). Nuevos Poemas II. Madrid.
España. Ediciones Hiperión. Traducciones de Fe-
derico Bermúdez-Cañete
r e v i s t a r e v i s t a