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Ut pictura poesis: cees Nooteboom y Max Neumann
Fe r nan d o Garc ía d e la Ba n da
original, y aun menos tratar de «poetizar»
o «embellecer» su aridez expresiva: hay que
encontrar la expresión austera, la palabra
sencilla, desnuda. Siempre estará ahí la ten-
tación de traducir «contemplar» donde dice
«ver», pero en este caso producir un texto
«bonito» sería una traición al tipo de belleza
que nos muestran los dibujos de Neumann y
los textos de Nooteboom: una belleza terrible,
si se nos permite la alusión al poema de W.
B. Yeats.
He prestado especial atención, en el
aspecto léxico, a las numerosas repeticiones
de palabras clave que, a modo de ecos, van
creando una atmósfera propia. Debo decir
que como traductor estoy especialmente
atento a estas repeticiones, sean léxicas o sin-
tácticas (paralelismos sintácticos), y que pro-
curo mantenerlas en la medida de lo posible,
a pesar de la férrea dictadura de la llamada
variación estilística en las lenguas románicas.
Con todo, cuando por algún motivo extraor-
dinario he considerado que el lector no iba a
poder apreciar la belleza de la repetición, y
que el resultado empobrecía el tono general,
he evitado la repetición y he optado por un
sinónimo o una variante. También, a veces,
la variación se impone cuando el contexto,
siempre cambiante, obliga a ello, por ejemplo
al cambiar el registro. Es el caso de «cara» y
«rostro» (palabras centrales en este libro, en
el original siempre gezicht): hay que variar
porque en algunos contextos solo se puede
usar una de las dos («cara» no suele servir
para un registro formal, ni «rostro» para uno
informal, con lo que es imposible usar una u
otra para todos los casos).
En el aspecto sintáctico he atendido a
un procedimiento abundante en la poesía
de Nooteboom: las inversiones enfáticas. A
menudo, el clima se crea por medio del énfasis
producido al comenzar la frase con un com-
plemento enfático, en lugar de hacerlo con el
sujeto. Este procedimiento se puede mantener
prácticamente siempre en castellano, produ-
ciendo el mismo efecto: una modulación de la
secuencia en que se presentan los elementos
al lector. Gracias a esta fórmula, el escritor
consigue poner al lector una y otra vez en el
lugar donde él se situó al componer la frase,
y con ello invitarlo a compartir su propia mi-
rada —y es que en Nooteboom los conceptos
de ver y mirada son fundamentales—.
Otra dificultad, ha sido mantener el mis-
mo grado de personalidad o impersonalidad
en la formulación de lo narrado, para no
distorsionar el punto de vista, esa mirada a
la que hacía alusión anteriormente. Y otra
más, y seña de identidad del texto, es el uso
de los tiempos verbales. Siguiendo esa lógica
onírica a la que nos referimos, lo sucedido
en el pasado se narra en presente histórico
—una fórmula que nos acerca el pasado—,
en pretérito perfecto —que permite proyec-
tar sobre el presente la enigmática sombra
de las repercusiones de esas acciones— o
en pluscuamperfecto —lo que indica una
acción pasada ocurrida con anterioridad a
otra también pasada, que en nuestro caso
no se nombra y, por tanto, resulta de nuevo
misteriosa—. La fidelidad a esta caracte-
rística del original, que resulta igualmente
extraña en neerlandés, nos ha llevado en
ocasiones hasta el límite de las posibilidades
estilísticas del castellano: «y la palabra que
había existido para expresarlo» [xii].
Para Nooteboom, el auténtico traductor
es «un alquimista que convierte el oro de una
lengua en el oro de otra lengua» 2 . Quisiera
decir que, dentro de lo posible, me he esfor-
zado por estar a la altura de dicha máxima.
Confío en que el público hispanohablante
disfrute de estas ensoñaciones de un escritor
cuya poesía es cada vez más apreciada en
España e Hispanoamérica.
Por último, quisiera dedicarle este tra-
bajo a mi maestro y amigo, el profesor Hans
Tromp, recientemente fallecido, y a mis
alumnos de neerlandés de la Facultad de
Traducción e Interpretación (Universidad de
Granada), por su entusiasmo y dedicación
a la hora de aprender esta hermosa lengua.
Granada, julio de 2012
2
Cees Nooteboom, El desvío a Santiago, Madrid:
Siruela, 2006 (1993), p. 177. Traducción de Julio
Grande.
r e v i s t a r e v i s t a