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C r i sto Fi g u e roa S á n c h e z
le apuesta a una modalidad de lirismo en
la cual el yo lírico al fundirse con su objeto
de interiorización, se transmutan en estado
de ánimo, traducido en un tipo de enuncia-
ción que suscita emociones y en enunciados
condensados que visibilizan significados;
unas y otros generan complejas redes de
significación que surgen o son inherentes
al proceso de armarse el amor (primera
parte), de desarmarse (segunda parte) y
de convertirse en oficio
de en-redar que muta en
diversas formas y habita el
mundo de las tecnologías
actuales (tercera parte).
En la poética que ani-
ma el libro se prioriza la
materialidad de la página,
en la cual la escritura
arma y desarma las pa-
labras como se arma y se
desarma el amor: tiene
el poder de ajustar y de
pegar los trozos/trazos de
éste y como en un milagro
los hace “respirar” en el
poema (De nuevo la pági-
na); su acto creador acaricia, borra o tacha
las palabras, rasga el papel, lo arruga o lo
bota al cesto de la basura; a su vez, rescata
sentidos exiliados de aquéllas y plancha
la página hasta obtener “el diccionario del
dolor”: los poemas conforman entonces la
pregunta desnuda por la ausencia, que al
manifestarse, colma de tachones los cua-
dernos como de remiendos el corazón; por
eso en la enunciación lírica se hermanan
las imágenes residuales del amor- página
estrujada- con las alusivas a la ruptura del
De artes y oficios de Luz mary Giraldo
cristal en infinitos fragmentos. Por su parte,
el metapoema Oficio de amor establece la
diferencia entre el oficio y el arte de amar,
dos quehaceres que se constituyen en ritual
creativo del poemario en el sentido que
señalara el poeta Hugo Mojica: apertura,
acogida, recepción; en efecto, la dinámica
que quizá explica mejor el acto creativo
en este libro es la apertura del oído del yo
lírico, que al haberse abierto a la escucha,
puede oir la voz del Amor,
el cual actúa como un
sujeto autónomo, es decir,
su afirmación y sus efectos
constituyen lo dicho en el
poema, no tanto lo que la
autora de carne y hueso
evoca o siente en circuns-
tancias determinadas. En-
tonces, mientras el oficio
de amor se conecta más
con la contemplación, el
arte de amar es identifica-
ble con la plenitud de “ojos
que se miran,” ritual según
el cual “el amor vuela y se
consume en las llamas”,
por eso, el yo lírico señala con total con-
vicción: “SI dos se aman/cuando el sol arde
como delicia incomparable/sus alas se abren
hacia el infinito/y se elevan más allá de todo
cielo/” (Oficio de amor).
Así mismo, el poemario establece y res-
cata memorias de amores y desamores por
medio de un diálogo con poemas y poetas
procedentes de variadas tradiciones litera-
rias en una suerte de interculturalidad lírica;
tan intenso es este dialogismo que unas veces
el yo lírico pareciera afirmarse en los versos
de otros poetas, y otras veces, es todos ellos
y ellas desdoblados en su propio proceso de
enunciación. La polifonía de epígrafes del
libro no sólo es selecta, sino que establece
trayectos del Amor/Desamor provenientes
de series y sistemas literarios de diferentes
latitudes: desde la resonancia intervenida y
transformada del emblemático Arte de Amar
de Ovidio, hasta facturas líricas de voces
femeninas centradas en la poetización de
distintas instancias amorosas: guiños a Dul-
ce María Loynaz, Blanca Varela o Sara de
Ibáñez; homenajes a Wislawa Szymborska,
Alda Merini, Rosario Castellanos o María
Inés Saldívar; vínculos secretos con
Marta Canfield, Márgara Russotto o Ana
AJmátova. Así mismo, se destacan voces
masculinas de reconocida trayectoria lite-
raria, cuya inscripción recontextualizada
en varios poemas, establece nuevos deri-
vaciones semánticas: resonancias de voces
de rancia estirpe literaria: Góngora, San
Juan de la Cruz, Luis Cernuda, Ernesto
Cardenal o Eugenio Montejo, hasta gestos
de exaltación lírica y de sutiles reelabora-
ciones: Osbaldo Lamborghini, Emilio Adolfo
Westpalen, Jaime Sabines, Juan Gelman, y
Giovanni Quessep, o meticulosa atención
de enunciados poéticos de János Pilinski,
Sándor Márai, Shigueyi Tsuboi o Alfonso
Romano de Santanna.
La primera parte del poemario, De Artes
y oficios desarrolla una tópica característica:
el Amor concebido como un sujeto indepen-
diente de quien lo siente o lo vivencia, su
intenso transcurrir, el largo alcance de sus
efectos por medio de aconteceres breves o
pequeñas acciones la efectividad de su poder,
los intentos de definirlo, sus metamorfosis
inquietantes y las vicisitudes de quienes
se aman. En efecto, el Amor lentamente
inclinado “ante la página”, se introduce
en el poema y se manifiesta por medio de
palabras que un Tu cercano escoge, acaricia,
oye y cuenta “ como quien aprende sílabas
(Esto es amor?); por eso, la pregunta por las
acciones del amor se le hace a la poesía y
no las personas; el amor redirecciona con
frecuencia sus flechas y las acciones que
desencadena se expanden y transforman el
mundo: sustituye la soledad por canto, su
potencia reactiva la aventura de Venus, llega
a los más anodino de los días, otorga “tono
a las palabras y a los gestos/ y acompaña
la entrega secreta de dos fieras” (Qué hace
amor?). Otras veces, su llegada desbordante,
más poderosa que la muerte, desordena el
mundo y su fuerza desafía el silencio más
ancestral (Más poderoso que la muerte); su
dinamismo es tal que adopta la forma de
una frase lírica que deviene en gato saltón,
el cual persigue inclementemente su presa,
sonríe, juega con ella y como un mago cae
sobre el sueño (Canción de cortesía)
Varios poemas focalizan el motivo de los
efectos del amor en aconteceres diarios: se
escuchan sus pisadas cuando todo está solo,
entra con sigilo a las habitaciones, enciende
lámparas, acaricia lo doméstico, en fin, no es
posible sustraerse de su llamado, por eso su
voz no nombra a nadie en particular, pero se
oyen sus graznidos con ecos recónditos de un
“pájaro llamando a su par” (Llamando a su
par). En veces, la llegada del amor construye
un orden peculiar del mundo que genera
confusión súbita y ante la intensidad de su
presencia, el yo lírico oye su llamado y como
premio recibe la boleta para entrar por un
r e v i s t a r e v i s t a