Revista Casa Silva Nos. 30 - 31 R.CasaSilva 30-31 completa | Page 122
Joh n Fi t z g e r ald To r re s
Hay sí, una metáfora aparentemente
ausente, la del amor, salvo porque el libro
mismo, el objeto en sí mismo, la encarna:
el libro es una declaración de amor (y no
vamos a profundizar o polemizar aquí acer-
ca de qué tipo de amor se trata, aunque lo
suponemos platónico, casto, ingenuo) diri-
gida a la pequeña Alicia Pleasance Liddell.
De hecho, el libro no solo fue motivado por
ella sino que además, durante un año largo
Carroll se concentró en pasar el manuscri-
to cuidadosamente a limpio, diseñarlo e
ilustrarlo devotamente para un día hacerlo
llegar a su pequeña amiga con una dedica-
toria muy especial:
“¡Alicia!, acepta este cuento
y con dedos delicados
ponlo donde están trenzados
sueños del mundo infantil,
con la cinta del recuerdo
como coronas ajadas
hechas de flores cortadas
en un lejano país.”
Una dedicatoria que se hace aún más
explícita en A través del espejo…:
“Oh niña de frente pura
y mirada soñadora,
aunque media vida ahora
se interpone entre tú y yo,
sé que tu sonrisa tierna
acogerá con contento
y recibirás este cuento
como regalo de amor.”
Sí, el amor es un libro así, único, irre-
petible, escrito en exclusiva para alguien
Alicia en el espejo de la poesía
desde el fondo del corazón, y se concibe
memorable y eterno.
Estos personajes así “materializados” son
parte de un lenguaje más que simbólico cier-
tamente metafórico propio de un intento de
comprensión del mundo, o al menos de una
indagación poética acerca de la existencia y
sus vórtices. Son metáforas que acontecen,
no son estáticas o descriptivas, son imáge-
nes que acaecen (como quisiera el filósofo
alemán Johanes Pfeiffer), que transcurren e
interactúan con otras metáforas elaborando
un entramado semántico que a su vez se
antoja una metáfora barroca (la metáfora de
la metáfora, como diría Lezama), en la que
el alejamiento de cualquier realidad es tal
que se torna abstrusa, oscura o disparatada,
configura “otra” realidad nueva deslindada
de cualquier otra realidad perceptible para
elevarse como pura realidad poética, vecina
del ensueño, emparentada con la alucina-
ción, arraigada en lo onírico. No podemos
decir que estos personajes son meras alego-
rías, lo que empobrecería significativamente
el texto, porque no se agotan en la sola
representación simbólica y no se traducen
tampoco en un mensaje aleccionante o moral
derivados de una intención prejuiciosa del
autor. Son metáforas “vivas”.
Y bueno, a todas estas, ¿qué o quién es el
personaje de Alicia, independiente de la niña
Liddell que motivó el relato en la realidad
pero que adquiere existencia propia en las
páginas de Carroll? ¿Qué representa esta
niña a veces extremadamente sensible, a
veces firme e impasible, cortés y amable, o a
veces aguda e intrépida, unas veces muy cu-
riosa y otras desafiante? ¿Esta criatura que
vive en medio de la extrañeza asombrándose
a cada paso pero acostumbrándose al asom-
bro, sin perder el juicio porque quizás ya
no lo tiene?
Leamos un fragmento del diálogo sobre
la locura entre Alicia y el Gato de Cheshire,
en el Capítulo VI:
de un oído, mago, amante silencioso, amigo
de las niñas, locuaz con los pequeños, niño
él mismo… Un caso de doble personalidad,
bipolar, un hombre maduro que nunca
dejó de ser niño… “Lewis Carroll no era
simplemente un ingenioso nom de plume
que se inventa el profesor Dogdson. Era
su infancia misma, recuperada” dice en un
estudio Ramón Buckley.
Acerca de las dudas de Alicia sobre su
propia identidad veamos un fragmento del
Capítulo II:
Pues Alicia, esa “niña tan particular
(a quien) le gustaba suponer que era dos
personas” y que de tanto en tanto enfrenta
severas crisis de identidad, es una metáfora
elemental por sustancial, Alicia es el poeta
mismo. Esas “dos personas” son Charles
Dogdson y Lewis Carroll. El uno de vida
circunspecta, casta, ordenada y apacible,
reservado y tímido, diácono de la iglesia
anglicana, profesor metódico y autor de
libros de matemáticas, jugador de ajedrez,
fotógrafo experto… el otro, inventor de dis-
parates, zurdo, tartamudo, insomne, sordo
r e v i s t a r e v i s t a