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E nr i que Sa n to s M o l a n o
acerca de las que él no deja de considerar an-
tiguas colonias españolas. Las siete cartas de
Valera a Rivas Groot fueron publicadas, entre
octubre y diciembre de 1888 por La Nación
de Bogotá. José Martí tuvo oportunidad de
leerlas en Nueva York, junto con el resto de
Cartas Americanas, y los juicios hechos por
Valera a escritores modernistas como Rubén
Darío, que acababa de publicar Azul, libro
al que se atribuye la inauguración oficial
del modernismo literario. Martí escribió un
análisis de las Cartas Americanas de Valera,
en el que lamenta el exceso de palabrería,
característico de los escritores españoles, el
abuso de expresiones ingeniosas y la escasez
de ideas y de conceptos profundos. El análisis
de Martí fue publicado en dos entregas por
el semanario bogotano La Palabra en sus
ediciones 1 y 2 de enero de 1888. La prosa
de Martí captura la atención de un intelectual
atrapado en la política, nadie menos que el
presidente Rafael Núñez, por esa época, y
debido a sus achaques de salud, apartado
del Poder Ejecutivo, por no serle favorable
el clima de Bogotá. Núñez vive en Cartagena
consagrado a la redacción del influyente se-
manario El Porvenir, y dispone la publicación
en su periódico de cuatro artículos de José
Martí. El primero de ellos, con el título de
¡Páez! (entre admiraciones) que describe y
exalta las hazañas de aquel mitológico gue-
rrero de la Independencia, sale en la edición
del 14 de mayo de 1888; el segundo es un
ensayo sobre el poeta mexicano Juan de Dios
Peza, premodernista y celebridad continental,
en el número siguiente, del 20 de mayo; el
tercero es un estudio de Martí en que advierte
las diferencias y las similitudes de la inmigra-
ción en Estados Unidos y en América Latina,
Presencia literaria de Martí en Colombia
en la edición del 7 de octubre de 1888. El
cuarto, que sale el 6 de enero de 1889, trata
de un amlio análisis de Martí a la Reforma de
la enseñanza en los Estados Unidos.
Por esos días, mientras los trabajos del
Canal de Panamá, iniciados diez años atrás,
parecen condenados al fracaso, y la prensa
europea y americana demanda la interven-
ción de los Estados Unidos para asumir esa
empresa que le ha quedado grande a Les-
seps, no por su incapacidad, como quieren
darlo a entender los periódicos, sino por el
solapado, pero no menos constante saboteo
estadounidense, el secretario de Estado, Ja-
mes G. Blaine, responde a tales reclamos que
los Estados Unidos no necesitan intervenir
en Panamá, pues les basta con extender la
mano y esperar a que el canal, Panamá “y
todo lo demás” caigan en ella, como una
manzana madura que se desprende del ár-
bol. Martí escribe un fuerte artículo crítico
sobre “el descaro imperialista del secretario
Blaine”, que publica el semanario bogotano
La Industria del 16 de mayo de 1889. El
artículo de Martí suscita reacciones anti im-
perialistas como la del escritor y periodista
Felipe Pérez, quien expresa en su periódico
El Relator: “Mr. [Nathaniel, senador re-
publicano] Chipman insinúa que se debe
convertir a Nicaragua en un Estado de la
Unión, si se hace el canal. Lo mismo querrán
hacer con Colombia”, y agrega Pérez que
“los Estados Unidos rompen unilateralmente
los tratados cada vez que les da la gana”.
Helen Hunt Jackson fue una escritora,
poeta y activista estadounidense que defendió
los derechos y los intereses de los pueblos
indígenas originarios de su país y que con
sus obras ganó para su causa simpatías
considerables. En 1889, cuatro años después
del fallecimiento de la escritora, José Martí
leyó Ramona, la última novela de la señora
Hunt Jackson, editada en 1884, un año antes
de su fallecimiento, y escribió una entusiasta
reseña del libro, novela excelente desde el
punto de vista literario, y ampliamente re-
comendable por su contenido en defensa de
los pueblos indígenas, abocados a la extinción
por las metódicas y constantes agresiones
del gobierno federal. La reseña de Martí
se publicó en La Nación de Bogotá del 5 de
marzo de 1889.
El 15 de agosto del mismo año, La Amé-
rica de Nueva York notició la publicación
de un periódico para los niños, dirigido por
José Martí, denominado La Edad de Oro, y
reprodujo, como muestra de la nueva pu-
blicación, el artículo de Martí Tres Héroes:
Bolívar, Hidalgo y San Martín. En este paso,
Martí se topa con la Iglesia colombiana. En
La Nación de Bogotá aparece, el 28 de agosto
de 1889 una diatriba de monseñor Rafael
María Carrasquilla, rector del Colegio del
Rosario, contra La Edad de Oro. La califica
de perniciosa, inadecuada para los niños y
muy peligrosa para los buenos sentimientos
que deben ser inculcados a los menores. Mar-
tí, que sepamos, no respondió a las críticas
del sacerdote y educador colombiano, pero
sí lo hizo, ironías de la vida, un periodista,
escritor y poeta conservador, Ismael Enrique
Arciniegas. En su periódico La República,
de Bucaramanga, rebatió Arciniegas los
conceptos de monseñor Carrasquilla y dijo
que la Edad de Oro era una joya literaria,
recomendable para todas las edades.
La última presencia de Martí en Colom-
bia, durante su vida, la encontramos en las
Períodico dirigido por José martí para niños.
palabras de José Asunción Silva. El poeta y
novelista bogotano escribía en El Telegrama,
diario de la capital, de circulación nacional,
una columna con el mote de Notas Litera-
rias, que registraban hechos y nombres de la
literatura en los distintos países de Europa,
Asia y América. En la que publica el 15 de
diciembre de 1891, dice Silva:
“A la actividad y al gusto literario del
señor E. de Losada les deben los aficionados
a la amena lectura en las naciones de Sur
América, una publicación que los mantiene
al corriente de los sucesos literarios y políticos
más importantes del mundo. Allí encuentran
r e v i s t a r e v i s t a