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Pecho rasgado de munición Constancia del azufre
Te busco en el primer crujido
en la primera gota de sangre
que salta de tus labios Tengo una casa llena de níquel y asfalto
casa atropellada
donde escucho aullidos
donde están los santos de mis santos de mis santos
y la violencia es asunto de ecos
encuentro cruces y me siento río
encuentro manchas
disidentes que alzaron sus entrañas
golpeados
contra el suelo
acariciados
contra el suelo
190.788 grupos de esqueletos
190.788 amigos muertos de amigos muertos de amigos
que gritan desde el cielo
(o quién sabe desde dónde)
que son música entrando por la sala
190.788 sonrisas deshechas que ya no son
190.788 tumbas y entierros y tierra y coronas de flores
y rezos
Los malos —se escucha
sigo las huellas del concreto
casi seco
para buscarte
Los malos —pronuncio
limpio tu frente llena de sudor
y me consigo
Los Malos
así se llama un país
que tiene por isla tu nombre
pecho rasgado de munición
252.073 gritos atrapados en la rendija de la tierra
ondas
amigos que no supieron rezar
Por identidad tienes
pequeño músculo cansado
la voz que se perdió en el ruido
la voz multiplicada
que hace eco en la garganta
Si te escribo es para que lo sepas
eres más
que el metal frío que te aguanta
más
que el precipicio asomado
de las manos que te rompen
Te pronuncio para que lo sepas
niño muerto de país asomado en la venganza
niño muerto de país
Si aquí te nombro
es porque estoy
esperando que te salves.
Tengo la constancia del azufre
en la ranura de mis dientes
el beso del forense
que sólo ejerce oficio
la voz del que soborna
/ porque no creció
Tengo tanto país escondido
que no hay mar para lavarme la memoria
no tengo punto, sutura y paraíso
porque dicen que del polvo nacen las estrellas
y somos polvo
somos eso
que se esconde en la ranura
en la rendija
tengo ciento noventa mil amigos muertos
ciento noventa mil sonrisas sepultadas
y mil personas más
en las que debo creer.
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