Revista Cantera CANTERA 9 | Page 6

Tijuana, 1 de mayo de 2017 “jamás tanta cerca arremetió lo lejos” — César Vallejo ¿ Qué sostienen los muros hoy? A primera vista podemos constatar que los muros sirven, efectivamente, para sostener. Entre sus variacio- nes, sabemos que los muros sustentan edificios, que otros son admirados por sus artes plasmadas, y otros más se edifican para definir un límite, para marcar un fin. Incluso, hoy la palabra ‘muro’ discurre a un mun- do virtual de redes sociales. ¿Acaso no es en dichas plataformas que compartimos nuestras vivencias digitalmente? ¿Acaso no contemplamos paredes majestuosamente ornamentadas en palacios y tem- plos? ¿Y qué decir de las monumentales murallas en las fronteras más rígidas? La percepción de los muros se ha ido transformando bajo la premisa de su pro- pia materialidad. Sin embargo, hoy día, la discusión sobre los muros no se centra en su estética ni en su composición. En su lugar, se habla de la función que cumplen. Una función que, como Milton Santos ha- bía señalado, “es la actividad elemental de que la forma se reviste”.  Es a partir de esta articulación entre función y forma que quiero compartirles una escritura desde el muro que divide los Estados Unidos de México. Di- cho muro, se ha convertido en canon y hegemonía de lo que (re)presenta una frontera. La célebre mu- ralla divisoria habla por sí misma, pues ha causado gran indignación ante lo que el muro pondera bajo su propio peso. No obstante, por ahora no pretendo hacer hincapié en la necesidad de su derrumbe, ni mucho menos justificar su cimentación. En realidad, quisiera centrarme en dos cuestiones distintas. La primera está atada a la forma en que entendemos los ‘muros’ hoy. Una forma que más allá de pensar- se como una construcción sólida, se ha diversifica- do en lo que concebimos como un delimitante. Es decir, como una marca que restringe el acceso. La segunda cuestión tiene que ver con la estructura en su entendida idea. Aquí, no me refiero a la estruc- tura en su cabal construcción, sino más bien a una categoría que, junto con los procesos de forma y función, nos permite ver el “modo de organización” que los muros sostienen, y que, asimismo, sostiene los muros. Por ahora, es un tanto impreciso agendar el derribe de los muros para un futuro cercano. De hecho ocurre lo contrario, ya que actualmente continúan variando y fortificándose globalmente. Y no sólo se trata de muros dividiendo naciones y Estados, sino que también se han acentuado den- tro de las propias metrópolis. Lima y la Ciudad de México son dos ejemplos que nos muestran la di- visión de clases en muros transformada, pues han materializado su desigualdad en uno más de esos paredones  . A pesar de su proliferación, esta frac- tura social, racial, nacional no se satisface con ‘mu- ros’ en una sola forma. El mar entre Europa y África también funciona como una brecha que compar- te su desempeño con el muro de Belfast, las Co- reas, Israel con Gaza y muchos más. Similarmente, la frontera México-EEUU no sólo se conforma por cercas, ya que existen longitudes donde el desier- to ejerce una función análoga, figurando como un punto de exclusión de incontables vidas humanas. Queda claro, entonces, que la forma de los muros no se cristaliza en su materia, y que en realidad la discusión vertebral se origina desde la fractal fun- ción que cumplen. Entonces, a partir del vínculo entre forma y función, podemos decir que alterar una —conse- cuentemente— nos obliga a repensar la otra. Tal es la contestación del arte que ha surgido en el muro de México-EEUU. Por ejemplo, en el 2012, la artis- ta Ana Teresa Fernández ha pintado de azul trazos del muro de forma que lo férreo se transluce con el cielo. Así el muro, en apariencia, desvanece ante la vista otorgándole otro espectro y, por ende, otra función. De igual manera, secciones de este muro se han convertido en un canvas comunitario donde encontramos plasmado el colorido espíritu del la- tente muralismo mexicano. Vale recordar, también, que el movimiento de Acción Poética ha vuelto las vallas públicas un escaparate de la poesía a lo lar- go de América Latina.  En suma, dichas activida- des son una constatación de las transformaciones discursivas que no sólo permutan el paisaje, sino que intentan redefinir la estructura interna. Volviendo, la segunda cuestión que quiero compartir se relaciona con la anterior, función y for- ma. Estas dos categorías nos invitan a abordar una tercera, la estructura. Juntas, función, forma y estruc- 1 (Santos, 51) mi traducción. 2 Repetidamente, se ha hablado en diferentes medios de los muros que divi- den las burbujas urbanas como el existente entre Naucalpan y Bosque Real en las periferias de la CDMX; o como el “muro de la vergüenza” construido en el barrio de San Francisco, en Lima. 3 http://www.accionpoetica.com/ 6