Revista Caminantes 002 - Septiembre 2014 | Page 22
Este portento de diversidad vegetal es, por supuesto, el sostén de una gran diversidad animal. Uno camina por el bosque y puede observar al cacique, un ave amarillo con negro. O si
está en las zonas de matorral al garrapatero,
todo negro con un pico muy grueso. No es raro
escuchar a la Valdivia, un ave que dicen que
anuncia desgracias. Su sonido característicos
es “al hueco va, al hueco va”. Con un poco más
de suerte de puede observar planeando a lo
alto al gavilán dorsigris. Son más de 200 especies de aves, algunas amenazadas, algunas
únicas del Pacífico Ecuatorial que comprende
el sur del Ecuador y el norte del Perú. Y así
como están las aves, también encontramos peces, anfibios, reptiles y mamíferos. No hay elefantes o leones como alguna gente que visita
pregunta. Pero están los monos aulladores, los
venados, los osos hormigueros, las ardillas, las
culebras equis, las boas y demás.
Desde 1989, estas montañas son bosque protector. Al inicio fueron 2.000 hectáreas. Hoy
son más de 6.000.
1993. Hoy es mi examen práctico. Si lo pasó
me convertiré en guía del bosque. Por supuesto
estoy nervioso. No soy biológico y por lo tanto mis conocimientos no son tan sólidos. Además, soy tímido y me cuesta un poco hablar en
público. Pero otra vez, unos amigos me empujaron para que hiciera el curso. Y lo hice. Tuve
algunas clases teóricas y luego algunas salidas
al campo. Pero es mucha información en poco
tiempo. No creo que lo hice perfecto, pero algo
me defendí. Recuerdo que hablé sobre los árboles pioneros. La balsa y el guarumo, dos árboles que son de los primeros en aparecer cuando
el bosque ha sido talados. Ellos van abriendo
camino, crean una cierta cobertura para que
árboles que no pueden crecer en lugares abiertos crezcan. Siempre me fascinó esa historia.
Después descubriría que esa es parte de la dinámica que mantiene vivo a un bosque.
Pasé el curso y empecé a guiar. Y dramas aparte, creo que eso fue cambiando mi vida. Por un
lado, fui aprendiendo mucho del bosque. Cada
pregunta que no podía contestar era un desafío. Fui leyendo, fui preguntando. Y así conocí
el bosque. Y fui caminando mucho. No solo sus
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