Revista Caminantes 002 - Septiembre 2014 | Page 54
Finalizaba 1997 y empezaba a plasmarse un sueño, Jorge Prado (Chamo), Daniel
Daniel Prado (Danniboy), Fernando Rodríguez (Tocho) y Carlos Altamirano decidieron abrir un bar, un bar de amigos para amigos, donde quienes pertenecíamos
a la Generación X, aquellos que nacimos entre los años 1965 y 1976, y, que además teníamos en común un apego muy arraigado por Puerto Cayo (puesto que
habíamos pasado en nuestros años de niñez, adolescencia y juventud la mayoría
de nuestras vacaciones escolares y colegiales en dicha playa) pudiéramos tener
algo más en común, un lugar dónde reunirnos en vacaciones, para compartir historias, anécdotas, ponernos al día en nuestras vivencias, escuchar rock, reggae
y música en vivo.
Ñawi Café Bar, se inauguró en 1997, en una
casa prestada para ese fin, ubicada en la calle
del malecón, frente al sitio donde nos habíamos reunido siempre.
Las adecuaciones se hicieron con lo que estuvo al alcance, las paredes fueron pintadas con
mezclas preparadas de pigmento en polvo y
agua, decorado con afiches sacados de revistas, troncos de árboles cortados que hacían las
veces de asientos, mesas construidas con partes de puertas y ventanas, una que otra luz de
color, un viejo congelador, una grabadora, una
ilustración del ojo (ñawi) en una pared y en la
parte delantera una estructura de caña y cade
que hacía las veces de un mirador y portón de
entrada al bar. Como era de esperarse, todos
respondieron a esta iniciativa, y Ñawi pasó a
convertirse en el nuevo punto de reunión para
propios y extraños, pues cada año fue creciendo el número de visitantes y se fueron inte-
54
grando además nuestros hermanos y primos
menores, aquellos que nacieron a partir de
1977 (Generación Y o también conocidos como
Generación MTV, por la influencia de esta conocida cadena de televisión).
El éxito de Ñawi, se debió al carácter del mismo, influenciado por la cultura musical de los
80’s y 90’s (rock en inglés, rock en español
y reggae), y, por lo popular y amigueros que
eran sus socios, sobretodo Jorge y Daniel Prado. Cualquiera que visitaba este bar, en cada
temporada, con toda seguridad se encontraba
con viejos amigos y conocidos, y, quienes lo
hacían por primera vez, con toda seguridad
regresarían al año siguiente. El ambiente de
Ñawi era relajado, cálido e informal, uno se
podía pasar todo un día disfrutando de la buena música, cerveza helada y disfrutando de la
vista, sobretodo de las espectaculares puestas
de sol que suelen dar en Puerto Cayo.