repelente de insectos, mantener
heladas y distribuir las infaltables cervezas. Así, mientras se
pasaban los minutos, consumimos las hamburguesas preparadas para la ocasión y contamos
historias alrededor de la fogata,
entre estas las clásicas de terror,
que en medio de ese silencio que
de repente era interrumpido por
un rugido de algún animal o
gorgojeo de aves, hacía que estuvieras alerta de cualquier sombra generada por las llamas de la
fogata.
Muy temprano, al día siguiente,
y después de haber tenido un reparador y profundo sueño, cada
uno se fue levantando a cumplir
con sus tareas, luego del desayuno que consistió en un sándwich con queso, jamón y tortilla
de huevo acompañado de una
taza de café pasado, empezamos
a levantar el campamento. Una
vez que todo estaba listo y limpio, tal cual lo encontramos,