Seguimos el curso del río Buenavista, entre el camino y el lecho rocoso del mismo, hacia un
inhóspito paraje, un acantilado formado por los cerros Come
Pavo, El Zapote y Juanaso.
Luego de atravesar una espesa vegetación arbustiva y achaparrada, muyuyos y árboles de
algarrobo, guayacán, ceibos y matapalo, llegamos a la Comunidad de Agua Blanca.
El primer punto de interés turístico que encontramos al paso fue el balneario, aquí paramos a
degustar unos deliciosos corviches y maduros
preparados por los comuneros y posteriormente pasamos a tomar un baño reparador en la
pestilente pero muy saludable agua azufrada
de la laguna. Luego nos dirigimos al centro del
pueblo, específicamente al museo, para ponernos en contacto con la persona encargada del
área de camping, pues ya estaba un poco tarde
y teníamos que armar el campamento.
El área adecuada para quienes quieran ir a
hacer camping se encuentra a menos de 500
metros del centro del poblado, pasando el río,
la misma está cercada para evitar que ingresen animales y se encuentra limpia de maleza.
Cuenta además con una letrina, con áreas para
instalar las carpas, para hacer fogatas y te proveen la leña necesaria y seguridad para poder
tener una bonita experiencia en medio del bosque seco, y todo esto por un módico valor. En
caso de no haber llevado carpa, aquí también
te la proveen.
Un poco antes de que cayera la noche, estaba
instalado el campamento. Los últimos rayos
de sol se filtraban entre los árboles y el continuo
trinar y gorgojeo de las diferentes especies de
aves alegraban el ocaso del día. Cada uno iba
desempeñando tareas previamente asignadas,
encender la fogata, preparar la merienda, hacer
una ronda y vigilar el perímetro, distribuir el
51