Ceibo en primera persona
No es fácil ser un ceibo. Vivir en el bosque seco es un desafío. 8 meses
sin agua. O mejor dicho con poca agua. Aquí solo llueve máximo cuatro
meses.
Por eso para subsistir en este ecosistema, algunos árboles hemos desarrollado algunas estrategias. Una de las principales es botar las hojas en
la época seca. A veces puede parecer que estamos muertos, pero no es esa
la idea. El propósito de eliminar las hojas es no perder agua. Nosotros
transpiramos a través de las hojas. Entonces, al perderlas podemos conservar agua. Pero eso implica un problema porque las hojas son vitales
para las plantas porque es en ellas donde se realiza la fotosíntesis, que
en palabras sencillas, es el proceso mediante el cual las plantas transformamos la energía solar en alimento. Eso quiere decir, que mientras
perdemos las hojas, no podemos crecer ni desarrollarnos normalmente
porque no podemos producir nuestro alimento.
Pero ahí es donde yo me diferencio de todos. ¿Han visto que tengo el
tronco verde? Pues resulta que yo tengo clorofila en el tronco y por eso
puedo hacer la fotosíntesis sin tener hojas. Entonces, mientras los demás
sufren, yo sigo creciendo. Por eso soy uno de los árboles más altos y sobresalientes del bosque seco.
Eso no es todo. También mi tronco es esponjoso. Eso me permite almacenar más agua que otros árboles. Como eso sucede, muchos animales
quieren aprovecharse de ese recurso. Para evitar que me quiten el agua,
cuando soy joven, tengo muchas espinas. A medida que voy creciendo
y que mi corteza se fortalece, voy perdiendo las espinas. Esa es otra
estrategia
También quiero decir, y perdón si no soy modesto, que soy un árbol útil
tanto para la naturaleza como para el ser humano. Mis ramas son un
hábitat importante para algunas especies como las colembas que hacen nidos colgantes en mis ramas o como algunas plantas que me usan
como soporte para crecer. Y para el ser humano soy importante porque
produzco lana. Si, la lana de ceibo que antes era muy usada para hacer
colchones y almohadas. Poco a poco se ha ido perdiendo la costumbre,
pero en algunos sitios como Santa Elena o Manabí, la gente está volviendo a usar el material. También soy un árbol que atrae abejas. Y eso
favorece a los apicultores, es decir a los que producen miel.
Asi soy yo, el ceibo. Un gusto.
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