Revista Aula Magna | Page 37

ISMA - Instituto Superior Marista A-730 Aula Magna 1932. La Educación Marista Para conocer el tipo de educación que impartían los Hermanos Maristas, no hay más que leer lo que el Hermano Laurentino escribió: «No empleamos otras armas que las que indican nuestras santas Reglas: Hacer la clase agradable a los niños por buenos procedimientos; hacerla provechosa por una enseñanza práctica; buena y seria preparación de las clases por parte de los profesores; disciplina entre los alumnos, tanto en el colegio como fuera de él; sólida instrucción religiosa y atención y devoción en las prácticas de piedad. Estos medios y procedimientos, practicados a conciencia por todos los profesores, nos dieron el resultado apetecido». Mártires de la Educación Cristiana Llama la atención, por su contundencia y claridad, la felicitación de año nuevo del Hermano Laurentino en la revista «Stella Maris», (enero de 1933), titulada «¡Ahora!». «Vosotros, los que decís cada día a Dios que lo amáis con todo el corazón y con toda vuestra alma y todo vuestro ser, ahora es tiempo de mostrarlo. Ahora es tiempo de mostrar hasta dónde llega la fidelidad que habéis jurado al Señor. Ahora es tiempo de probar que vuestros deseos de sacrificio no son ilusorios y pura fantasía». Las Características de la educación Marista de aquella época se describen así: «En la escuela Marista subyace el espíritu de Marcelino Champagnat, la pedagogía de la presencia, la pedagogía mariana, de sencillez, de vida de familia, de estímulo, de trabajo, de disciplina; en un resumen, la pedagogía cristiana». O lo que es lo mismo: «Formar buenos cristianos y buenos ciudadanos». Formados y acostumbrados a vivir en comunidad, el sentido de fraternidad llevó a los Hermanos a permanecer unidos y, así, salvarse y, en algunos casos, ¡qué jugarreta del destino!, a morir juntos. Los Hermanos se manifiestan con humildad y sencillez, fruto de la confianza en Dios y en María, que se expresa en el símbolo Marista de las tres La consigna era borrar del mapa educativo la enseñanza católica, y los hermanos maristas buscaron todos los subterfugios legales para defenderla. «Defendamos la escuela católica con religioso tesón. Ya ven el empeño grande de acabar con ella porque saben que, en la actualidad, no hay nada más trascendental como formar e instruir a los niños y a los jóvenes. ¡Hermoso apostolado nos ha caído en suerte, carísimos hermanos!». (Carta del Hermano Laurentino, Superior Provincial, del 17 de abril de 31