OPINIÓN
Asimismo, un trabajo que nos genere
preocupaciones y tensión constantes, que
nos impida un adecuado descanso y que nos
genere ansiedad, inevitablemente tendrá un
impacto negativo en nuestra salud.
El concepto de “estrés”, muy popular en
nuestros tiempos, no siempre es bien comprendido y utilizado. En términos simples,
el estrés es un proceso adaptativo del organismo que se activa cuando percibimos una
situación como amenazante o peligrosa, o
nos sentimos incapaces de enfrentarla. Este
proceso incluye respuestas cardiovasculares,
respiratorias, neurológicas y hormonales, que
en un principio nos permiten estar “más alerta” y defendernos mejor ante dicha situación
adversa. Presentar momentos de estrés, no
es algo necesariamente negativo, pues muchas veces nos permite una oportunidad de
crecimiento, fortalecimiento y adaptación.
Sin embargo, cuando esta respuesta se desborda en intensidad o se prolonga en el tiempo, puede generar daños que conducen a la
aparición de agotamiento, trastornos mentales, problemas cardiovasculares, enfermedades músculo-esqueléticos, disminución de la
inmunidad e incluso algunos tipos de cáncer.
La Organización Internacional del Trabajo
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(OIT), define estrés laboral como “la respuesta física y emocional dañina causada por un
desequilibrio entre las exigencias percibidas,
y los recursos y capacidades de un individuo para hacer frente a esas exigencias”. En
ese sentido, el estrés en el trabajo se genera
cuando hay un desbalance entre las exigencias (“demanda”), y la forma en que realizamos y se organiza nuestro trabajo (“control”).
En este balance participan múltiples factores:
la naturaleza de las tareas, la organización del
trabajo, y los recursos individuales.
Un importante avance en esta materia a
nivel nacional, lo constituye la publicación del
“Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales en el Trabajo” (Res. Ex. N°336 del Ministerio de Salud de Chile, 2013), que establece
la obligatoriedad para todos los empleadores
de vigilar los riesgos psicosociales laborales,
utilizando como herramienta el cuestionario
SUSESO-ISTAS 21. Las distintas divisiones
de Codelco están aplicando esta normativa,
determinando el nivel de riesgo psicosocial
en las unidades de trabajo, y elaborando estrategias para mitigar los riesgos detectados.
Los supervisores y supervisoras debemos tener conciencia de que prevenir el estrés y mantener un adecuado estado de salud
mental es tarea de todos. Debemos asumir
nuestro rol de supervisión desde el liderazgo positivo al interior de nuestras unidades,
generando ambientes de trabajo saludables,
con un adecuado nivel de comunicación,
pero también debemos preocuparnos por
nuestra propia salud, previniendo la aparición
de estrés asociado a nuestro trabajo.
Algunas recomendaciones generales
para prevenir el estrés y proteger nuestra propia salud son: cuidar el descanso y mantener
un sueño suficiente y adecuado; realizar actividad física, sobre todo al aire libre; tener una
alimentación saludable, con adecuado consumo de frutas y verduras; no fumar y limitar
el consumo de alcohol; efectuar actividades
que permitan distraernos; mantener el buen
humor; poner límites al tiempo dedicado al
trabajo, y cumplir con nuestras obligaciones
laborales dentro de un horario establecido;
conservar una adecuada red de apoyo social,
ya que son fuente de respaldo psicológico.
No olvidemos que un menor nivel de
estrés y un mayor bienestar individual, generarán supervisores más saludables e íntegros
para el futuro de nuestra Corporación.