Bombero
en llamas
La casa estaba en llamas y los bomberos revisaban por todas partes. Sin temor a los lengüe-
tazos de fuego y las bocanadas de humo, los hombres de rojo revisaron cada rincón, encon-
trando a cuatro personas y a un perro encadenado al barandal. A todos los rescataron vivos.
Cuando estaban a punto de retirarse porque el incendio había vuelto todo muy peligroso e
irrespirable, uno de los bomberos escuchó un alarido de la zona donde la hoguera era más
profunda. Sin hacer caso de las advertencias de sus compañeros, pidiéndole que no se arries-
gara, que era imposible que hubier alguien con vida en ese lugar, el bombero se internó en
el infierno, convencido de que allí había una quinta víctima y había que rescatarla. Avanzó y
avanzó sin pensar que luego sería imposible de escapar. Con escasa visibilidad pudo distin-
guir en el dormitorio más alejado de la segunda planta un bulto con forma humana. Al verle
la cara pudo comprobar con espanto que se trataba de él mismo con una sonrisa diabólica.
Era la muerte y le estaba esperando.
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