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Pastoral
Reflexión desde el Departamento de Pastoral sobre
nuestra tarea educativa
Elaboración de marionetas en el taller para la representación “30 Años Sin Darnos Bola”
Paloma
Suárez Díaz
Grupo de Teatro de PTVAL del Centro Ave María San Cristóbal.
Representación de la obra “Los Tres Pistoleros”
realizan el trabajo de confección del vestuario, fabricación de marionetas, realización y montaje de
decorados, selección de la temática literaria, arreglos musicales y aportaciones propias al guión.
Estas actividades se llevan a cabo en las distintas
materias, tales como la Educación Física, Lengua,
Taller... y por supuesto el Módulo de Teatro, siendo así una tarea integrada y globalizada.
Son innumerables los beneficios del teatro
en todos los sentidos, ya que como espectador,
aumenta la concentración y nos hace entender
mejor el mundo que nos rodea, gracias al análisis
de las distintas situaciones que se nos plantean.
Además, las obras teatrales nos intentan transmitir
valores; es decir, nos ayudan a través de historias a
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distinguir el bien del mal, al igual que lo hacen los
cuentos o el cine.
También el teatro es un gran refuerzo pedagógico de los conocimientos escolares, siendo una
herramienta muy participativa y amena. En definitiva ser espectador de una obra de teatro, es formar parte de ella de forma activa, ya que cada representación es distinta por el mero hecho de ser
representada para un público distinto. Además, es
una forma de entretenimiento inmejorable, que
nos hace más felices.
La práctica de teatro estimula la imaginación y
desarrolla las capacidades expresivas, nos ayuda a
reducir la timidez, mejorar las habilidades sociales,
además de potenciar la seguridad y la autoestima
a nuestra vida cotidiana. También fomenta el trabajo en equipo y refuerza la empatía entre compañeros, la desinhibición y flexibilidad ante nuevos
retos. A través del teatro mejoramos su nivel de
lectura, la expresión oral y corporal. Tener una
experiencia como actor hace a nuestros alumnos
y alumnas más felices y les hace disfrutar, razón
principal y nuestra gran motivación para continuar adelante con este proyecto, apoyado por
todo el profesorado de la etapa, por el Equipo Directivo de nuestro Centro, que cree firmemente
en esta actividad que cuenta con más de diez años
de tradición y que se regenera cada año con más
energía e ilusión si cabe.
En los últimos años, se han representado numerosas obras con técnicas y temáticas muy diferentes, adaptadas para el disfrute de todos los
públicos, tales como: “Mi ciudad”, “El País de las
Chucherías”, “La Princesa que iba y se iba...”, “Títeres”, “30 Años sin darnos bola”... entre otras. El teatro siempre será para nosotros algo mágico, lúdico, pedagógico con una energía crítica y creadora.
Atentos, porque ¡se abre el telón!
www.sancristobal.amgr.es
“E
“Se educa mucho con lo que se dice,
aún más con lo que se hace,
pero mucho más aún con lo que se es”
San Ignacio de Antioquía
www.sancristobal.amgr.es
n esa Escuela me miraban como caso perdido…” Estas palabras pronunciadas por una
alumna de PCPI expresan la gravedad de traspasar el umbral que la ética nos marca en nuestra tarea educativa.
“Educar desde lo que se es” como decía San Ignacio implica situarnos en nuestra interioridad
con una actitud clara, precisa, de querer vivir
una coherencia íntima entre nuestro pensamiento, sentimiento y acción. Ya decía D. Andrés Manjón que “lo que la educación intenta
es formar verdaderos y dignos caracteres, es decir, hombres bien orientados hacia fines nobles,
que persiguen constantemente, y a los cuales
ordenan todas sus energías y subordinan intereses y pasiones”. El Papa Francisco en la Plenaria
de la Congregación para la Educación Católica
celebrada el 13 de febrero de 2014, manifestó:
“Las instituciones educativas católicas ofrecen
a todos una propuesta educativa que mira al desarrollo integral de la persona y responde al derecho de todos a tener acceso al saber y al conocimiento. Pero de igual modo están llamadas a
ofrecer a todos, con pleno respeto de la libertad
de cada uno…, la propuesta cristiana, es decir, a
Jesucristo como sentido de la vida, del cosmos
y de la historia”.
Es impresionante el paralelismo que podemos
encontrar entre las palabras del Papa Francisco
y el pensamiento de Manjón. D. Andrés manifestaba que “El pensamiento final de estas
Escuelas es educar enseñando, hasta el punto
de hacer de los jóvenes hombres y mujeres
cabales, esto es, sanos de cuerpo y alma, bien
desarrollados y en condiciones de emplear sus
fuerzas espirituales y corporales en bien propio
y de semejantes; en suma, hombres y mujeres
dignos del fin último para el que han sido creados y de la sociedad a la que pertenecen, hoy
muy necesitada de personas cabales”. Nos invita
a ser “modelo(s) del bien decir, del bien pensar
y del bien obrar”, examinándonos y comparando las ideas, palabras, acciones y omisiones con
la justicia del deber, con el ideal de perfección
y profesión.
A su vez el Papa Francisco ha destacado que
“sin coherencia no es posible educar” porque
un educador transmite “conocimientos, valores
con sus palabras, pero repercutirá en los jóvenes
si acompaña esas palabras con su ejemplo, con
su coherencia de vida”.
Se trata, como bien sabemos, de ser maravillosamente humanos, de tener entrañas de misericordia y de mirar a los demás desde el corazón
del Padre. Y ello es posible si con la mente concebimos lo más bello, grato, positivo… Si desde el corazón afirmamos los sentimientos que
más nos engrandecen como personas… Si, en
definitiva, orientamos nuestra vida hacia el bien
comunitario.
Es muy enriquecedor recordar en particular
uno de los consejos que nos legó D. Andrés:
“Frente a todas las dificultades de vuestra magna obra de la educación, acordaos del Padrenuestro, e invocad confiadamente a vuestro
Padre, quien todo lo sabe y todo lo puede, y es
infinito en sus bondades; rezadle con (como)
los niños y hacedlo con fe llena y esperanza
firme, y Dios os oirá”. Nos invita a depositar
nuestra confianza en las Personas Divinas que
son quienes en verdad nos ayudan a descubrir
la trascendencia que tiene tanto nuestra vida
como la de los demás.
Es el cambio de actitudes el que aporta a
nuestro devenir, una nueva existencia. Lo
externo a nosotros no cambia por si solo; necesita de unas entrañas íntimamente transformadas y convertidas. De ahí la conveniencia de reflexionar sobre lo que hacemos
y somos, y de proyectar al mismo tiempo en
los demás los sentimientos más auténticos,
puros y nobles, “esos” que siempre conllevan signos de amor y libertad para todos. De
esta manera seremos educadores, maestrosprofesores en humanidad y sembradores de
fraternidad.
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