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EN ESTOS TIEMPOS EN QUE REINA LA HIPOCRESÍA

Arde la pasión, prende la ira toda fuego.

Voraz tu frío corazón pintando de Muerte

la vida de quien lucha, arduo sudor, por su suerte

y, día a día, la pelea, forzando su ego

tan sólo por vivir apasionado cuan ciego.

Mas viene la avaricia pisando siempre fuerte

y acaba con el Mundo, arruinado cuerpo inerte

que, por su corrupción, herido, es dolor y ruego.

Y en manos del dinero, carga su deuda al pueblo,

la crisis que su ruindad ha provocado, abismo,

del que quiere salir indemne con su cinismo,

pone las cargas del Estado en manos del pueblo,

y vive, en la riqueza, del vulgo engañado,

vendiéndonos que, el funcionario, es quien lo ha arruinado

Y arde la pira, al fin, de indignación desbordada,

vuela en pedazos la paciencia, la ira arde en llamas;

raro será que la violencia se ande por las ramas,

la tolerancia se ha convertido en furia y nada

la puede parar: muere la razón apartada

por la sinrazón de la iracundia y mil proclamas

invaden la calle en las gargantas de hombres y damas,

que arrojando están su rebeldía desatada

a quienes los malgobiernan al capricho del dinero.

Y aquí estoy, gritando con ellos, porque soy pueblo,

defendiendo cuanto es mío, cuanto gané y quiero

porque es mi derecho y es derecho de este pueblo.

que atruenen las calles la justa ira liberada:

sea la indignación arrojadiza granada

MANUEL MILLÁN CASCALLÓ