La historia
Desde el principio de la civilización, el hombre ha experimentado la necesidad de medir el tiempo, para así regular sus hábitos y quehaceres. Las primeras civilizaciones agrícolas desarrollaron los primeros calendarios, muy útiles para determinar los períodos de siembra y cosecha. No obstante, pronto se hizo patente la necesidad de contar con instrumentos más precisos que los calendarios, especialmente en la navegación, pues era necesario compensar de alguna forma la falta de exactitud de estos primitivos medios. Esto motivó a sabios de diversos pueblos a idear mecanismos confiables para regular el tiempo.
El primer reloj propiamente tal fue la Clepsidra o reloj de agua, inventado por los antiguos egipcios, que consistía en un recipiente lleno de agua que se vaciaba a intervalos regulares gracias a un orificio practicado en su parte inferior.
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