C A P Í T U L O 8 Drogas y suplementos en el deporte
tosterona permite que ésta sea absorbida por vía oral. Otro tipo de adiciones aumenta la potencia de la droga o intenta disminuir los efectos colaterales. Hace unos pocos años se ha visto la aparición de los EAA“ de diseño”, que fueron específicamente elaborados para no ser detectados en las pruebas de laboratorio. Algunos de ellos son la tetrahidragestrinona( THG), la norboletona y el madol( DMT).
La Ley de control de esteroides anabólicos de 1990 de los Estados Unidos clasificó a los EAA como drogas de Lista III y limitó las razones terapéuticas legítimas que justifican su uso. Debido al aumento en la disponibilidad de los nuevos EAA, la Ley de control de esteroides anabólicos del 2004 fue aprobada y con ello aumentó el número de EAA que se consideran drogas de la Lista III y se ajustó la definición de los EAA. En la Ley del 2004 quedaron incluidas la THG y la norboletona, como así también varios suplementos dietéticos ya existentes que contienen androstenediona, androstenediol y norandrostenediona-19. Desde entonces la DHEA continúa considerándose un suplemento dietético y puede venderse sin receta médica.
Mientras que no existe discusión alguna acerca del hecho de que las dosis elevadas de EAA puedan aumentar la masa muscular, los efectos sobre la optimización del rendimiento son menos claros. Son muchos los deportes en los que resulta difícil evaluar el desempeño ya que éste se ve influenciado por varios factores además de sólo la fuerza. A pesar del amplio uso de esteroides anabólicos en los atletas, son muy pocos los datos que apoyan sus efectos sobre el desempeño. Los estudios se han limitado a objetivos obvios tales como el levantamiento de pesas, y la medición de la aceleración en los corredores. Además de modificaciones en la fuerza, los EAA producen efectos adicionales que pueden contribuir a la eficacia de los atletas. Muchos consideran que el aumento de fuerza que producen los EAA se debe a un aumento de la agresividad que estimula la intensidad tanto en el entrenamiento como durante la competencia. Si bien hay receptores de EAA en el tejido cerebral, aún no quedan en claro sus funciones. Independientemente de cuál sea el mecanismo real, está claro que los atletas creen que los EAA mejoran su desempeño y continúan usándolos.
Cualquier discusión sobre los efectos adversos asociados al uso de los EAA es complicada debido a que los estudios científicos se realizan empleando dosis que están muy por debajo de las que se ha informado usan los atletas. Por consiguiente, es muy posible que los estudios médicos subestimen el alcance de los efectos colaterales que surgen del uso de los EAA. Las dosis empleadas en estos estudios ni siquiera se aproximan a las dosis empleadas por los atletas que podrían superar entre 10 y 40 veces
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