La firma del TPP: violación de derechos y retroceso democrático
A espaldas de la ciudadanía, el gobierno mexicano está por firmar un tratado comercial con vastas consecuencias para los derechos humanos y la vida democrática de la nación.
Mientras el país atraviesa por una grave crisis ocasionada por los escándalos de corrupción y la tragedia de la desaparición forzada de los 43 normalistas, en Washington doce países negociaron un “tratado de libre comercio” en absoluto secreto: el Acuerdo de Asociación Transpacífico (o TPP por sus siglas en inglés). Aún falta que Peña Nieto lo firme y el Senado lo apruebe para que forme parte de nuestra legislación, pero las negociaciones ya se cerraron. El nombre es engañoso. No es una simple “asociación”, sino un pacto en el que Estados Unidos impone las condiciones y el resto de las naciones involucradas (México, Australia, Brunei, Chile, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y Canadá) deben limitarse a obedecerlas.
El tema no es menor, ya que el TPP contiene estipulaciones que lesionan los derechos a la salud, educación, libertad de expresión y acceso a la información. Entre otras cosas, el TPP endurece el sistema de patentes farmacéuticas obstaculizando la producción de medicamentos genéricos; aumenta la criminalización de quienes comparten contenidos en internet, incluso sin fines comerciales, y permite que empresas multinacionales demanden a los países miembros por cualquier conducta o legislación que consideren contraria al tratado. En pocas palabras, el TPP consagra la capacidad de los intereses privados para dictar los contenidos de las leyes nacionales, aunque se afecte a las poblaciones: un principio eminentemente anti-democrático.
Un manto de secrecía ha cubierto al texto del tratado, ese que potencialmente va a lastimar los derechos de todos los ciudadanos de los países firmantes. Hasta ahora, lo único que sabemos proviene de filtraciones publicadas por Wikileaks, pero seguimos desconociendo el resto de los contenidos, en particular las normas relativas al medio ambiente, el trabajo y las empresas estatales.
Se ha querido disfrazar al TPP como un tratado de libre comercio que supondrá beneficios económicos para nuestro país, como “la mayor apertura comercial para México en los últimos 21 años.” Esto es falso. Sus contenidos no implican una mayor apertura comercial —que ya se produjo con tratados como el TLCAN, cuyo proceso de liberalización marginó, además, a sectores vulnerables— ni un beneficio económico. Premios Nobel de Economía como Paul Krugman y Joseph Stiglitz se han pronunciado en contra del acuerdo argumentando que “es imposible concluir que el TPP aumente las economías de los países negociadores en más de 1%” de su PIB. En el caso específico de nuestro país, el Instituto de Estrategia Económica de Washington ha estimado que se podrían perder hasta 30,000 empleos.
Frente a este panorama, surgen dos preguntas de fondo. ¿Cómo cambiarían leyes mexicanas una vez que sea firmado el TPP? Y aún más importante: ¿por qué el gobierno mexicano negoció y firmará un tratado que amenaza los derechos humanos y no beneficia la economía nacional?
horizontal.mx / Gisela Pérez de Acha
8 Reflexiones / Febrero, 2016
ECONOMNÍA
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