¿Qué se puede hacer cuando algún mercachifle le quiere robar el alma a un pueblo? La sorprendente demanda que la empresa francesa Antiqué Vatic y su diseñadora Isabel Marant quieren hacer contra el pueblo de Santa María Tlahuiltoltepec de la Sierra Mixe de Oaxaca, es algo que cuesta creer. No solo se han plagiado sus bordados, ahora los quieren patentar y acusan a los indígenas ¡ de plagio!
Los pájaros les tiran a las escopetas. A tal grado han llegado los emisarios del neoliberalismo que no solo invaden, roban, destruyen, sino que ni siquiera ponen el límite a las tradiciones, las esencias de los pueblos, su espíritu volcado en sus creaciones, y quieren arrancar de cuajo los valores más profundos, para aniquilarlos. La abogada oaxaqueña Beatriz García López me decía que en un viaje reciente a París, se quedó sorprendida cuando vio una tienda de artesanías oaxaqueñas y michoacanas, que no tenían la más mínima referencia a su origen. Se las habían plagiado.
Los habitantes de la sierra mixe dicen que en muchas ocasiones han querido proteger sus hermosos bordados y se han topado con el muro de la burocracia y la indiferencia oficial, que se convierten de esa manera, en cómplices de los extranjeros que vienen a robar. De vez en cuando, con mucha alharaca registran una marca colectiva, casi siempre ligada a una empresa, como acaba de pasar en Hidalgo con la marca Tenangos, Bordados de Hidalgo. Pero por lo general el llamado Instituto Nacional de la Propiedad Industrial se muestra parco y omiso. No es para creerlo, pero México con su enorme riqueza y aporte, sólo tiene 14 denominaciones de origen y sobre las marcas colectivas, que son las que tratan de inscribir organismos, pueblos y comunidades, se acumulan años de trámites y obstáculos, que la gente sencilla de los pueblos desisten de seguir. Los extranjeros, en cambio, se escudan en convenios internacionales y con toda facilidad se roban diseños, sabores, componentes alimentarios, recetas ancestrales. Oaxaca es un estado que tuvo una importante población francesa en los pueblos de Espinal e Ixtaltepec, gente que se adaptó a la vida indígena.
Pero queda el recuerdo de aquella famosa batalla del 5 de septiembre de 1866, en la que los juchitecos derrotaron a los franceses -como lo hizo Ignacio Zaragoza en el glorioso cinco de mayo de 1862, en Puebla- cuando apoyados por algunos traidores tehuanos quisieron invadir el pueblo zapoteca. Quedó como reliquia en la plaza de esa ciudad, el llamado Testigo Mudo, nada menos que ¡un cañón! para recordar a los invasores que el pueblo no olvida. Grandes artistas -Francisco Toledo entre ellos-, se enfrentan con su arte al desmantelamiento que favorecen los políticos y en su literatura, su poesía, sus diseños, pinturas y artesanías, reflejan el alma popular que se niega a ser sustraída como una simple etiqueta comercial. Recuerdo al poeta Macario Matus (1943-2009), cuando siendo director de la casa de cultura de Juchitán, miraba silencioso a los alcaravanes que estancados en una sola pata, delineaban el jardín del patio. Ahí había leído en el pasado, Palabra desnuda ( Serie Iguana verde, edición de la Casa de Cultura del Istmo 1977), en la que describe, transido, los horrores que han vivido los pueblos indígenas y la sangre que han tenido que pagar algunos como el de Juchitán, por su rebeldía ante un sistema político que por largas temporadas masacró a su mejor gente. De ese poemario trascribimos los primeros dos párrafos del quinto poema de Palabra y papel, para describir a los mercachifles que ahora pretenden robarle su alma al pueblo mixe:
Sobre la palma de la mano miro el vuelo de los buitres
Van formando cruces sobre el cementerio de noviembre
Reflexiones / Noviembre, 2015 21
INVITADO
Ciudad
Libros de ayer y hoy. Robar el alma
Por Teresa Gil
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