Sin duda la presencia e interacción que tuvimos con todas estas personas se perpetúan
en la memoria de nuestros corazones. Todas son personas diversas en edad, en áreas
de desarrollo, y con historias personales diferentes que por designio de Dios, debían ser
parte de nuestra propia historia en un momento determinado de nuestras vidas.
A quienes conocimos y tuvimos la suerte de compartir una fracción de nuestras
existencias junto a ellos, solo resta agradecer que sus vidas nos hayan regalado infancia,
juventud, esperanza, alegría, amistad, lealtad, compromiso y que nos hayan permitido
comprender que el momento justo para abrir los brazos y el corazón a los demás, es
siempre el momento presente porque no sabemos si mañana volveremos a abrir los ojos
en este mundo terrenal.
Gracias a todos ellos por el regalo de sus vidas entre las nuestras…