REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 75
hacía diez años, cuando se taló un bosque de hayas. Estaba bien
mantenida y Whymper aconsejó a Napoleón que la vendiera;
tanto el señor Pilkington como el señor Frederick se mostraban
ansiosos por comprarla. Napoleón estaba indeciso entre los dos,
incapaz de adoptar una resolución. Se notó que cuando parecía
estar a punto de llegar a un acuerdo con Frederick, se decía que
Snowball estaba ocultándose en Foxwood, y cuando se inclinaba
hacia Pilkington, se afirmaba que Snowball se encontraba en
Pinchfield.
Repentinamente, a principios de primavera, se descubrió al-
go alarmante. ¡Snowball frecuentaba en secreto la granja por las
noches! Los animales estaban tan alterados que apenas podían
dormir en sus establos.
Todas las noches, se decía, él se introducía al amparo de la
oscuridad y hacía toda clase de daños. Robaba el maíz, volcaba
los cubos de leche, rompía los huevos, pisoteaba los semilleros,
roía la corteza de los árboles frutales. Cuando algo andaba mal
se hizo habitual atribuírselo siempre a Snowball. Si se rompía
una ventana o se obstruía un desagüe, era cosa segura que al-
guien diría que Snowball durante la noche lo había hecho, y
cuando se perdió la llave del cobertizo de comestibles, toda la
granja estaba convencida de que Snowball la había tirado al po-
zo. Cosa curiosa, siguieron creyendo esto aun después de encon-
trarse la llave extraviada debajo de una bolsa de harina. Las va-
cas declararon unánimemente que Snowball se deslizó dentro de
sus establos y las ordeñó mientras dormían. También se dijo que
los ratones, que molestaron bastante aquel invierno, estaban en
connivencia con Snowball.
Napoleón dispuso que se hiciera una amplia investigación de
las actividades de Snowball. Con su séquito de perros salió de
inspección por los edificios de la granja, siguiéndole los demás
animales a prudente distancia. Cada equis pasos, Napoleón se
paraba y olía el suelo buscando rastros de las pisadas de Snow-
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