REBELIÓN EN LA GRANJA Rebelión en la Granja-George Orwell | Page 116
dad, que estaban en su poder, pertenecían a todos los cerdos
en conjunto.
»Él no creía —dijo— que aún quedaran rastros de las vie-
jas sospechas, pero se acababan de introducir ciertos cambios
en la rutina de la granja que tendrían el efecto de fomentar,
aún más, la mutua confianza. Hasta entonces los animales de la
granja tenían la costumbre algo tonta de dirigirse unos a otros
como "camarada". Eso iba a ser suprimido. También existía otra
costumbre muy rara, cuyo origen era desconocido: la de desfilar
todos los domingos por la mañana ante el cráneo de un cerdo
clavado en un poste del jardín. Eso también iba a suprimirse, y
el cráneo ya había sido enterrado. Sus visitantes habían observa-
do asimismo la bandera verde que ondeaba al tope del mástil. En
ese caso, seguramente notaron que el asta y la pezuña blanca
con que estaba marcada anteriormente fueron eliminados. En
adelante, sería simplemente una bandera verde.
»Tenía que hacer una sola crítica del magnífico y amistoso
discurso del señor Pilkington. El señor Pilkington hizo referen-
cia en todo momento a "Granja Animal". No podía saber, natu-
ralmente —porque él, Napoleón, iba a anunciarlo por primera
vez— que el nombre de "Granja Animal" había sido abolido.
Desde ese momento la granja iba a ser conocida como "Granja
Manor", que era su nombre verdadero y original.
»Señores —concluyó Napoleón—, os voy a proponer el
mismo brindis de antes, pero de otra forma. Llenad los vasos
hasta el borde. Señores, éste es mi brindis: ¡Por la prosperidad
de la «Granja Manor!»
Se repitió el mismo cordial vitoreo de antes y los vasos fue-
ron vaciados de un trago. Pero a los animales, que desde fuera
observaban la escena, les pareció que algo raro estaba ocurrien-
do. ¿Qué era lo que se había alterado en los rostros de los cer-
dos? Los viejos y apagados ojos de Clover pasaron rápida y al-
ternativamente de un rostro a otro. Algunos tenían cinco papa-
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