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En la noche de la premier en Bogotá, el 17 de septiembre, Lucas Maldonado se dio cuenta de que estaba metido en un torbellino de emociones incontrolables. La gente lo aplaudía, lo saludaba, le pedía entrevistas. En el documental Yo, Lucas, contó su vida en 90 minutos, en los que miró su ombligo e hizo públicos sus problemas.

La producción hace un retrato directo y sincero sobre la adicción al alcohol. Lo reconstruye a través de los recuerdos de sus exnovias, que le ayudan a navegar en sus lagunas: en eso que se le ha olvidado por tomar.

El director decidió hacer este trabajo porque su mejor amigo murió de cirrosis. Quería contar su historia, pero mientras la hacía supo que estaba haciendo un autorretrato. Eso lo llevó a una sociedad de alcohólicos anónimos y, Erwin Goggel, productor colombo suizo de larga trayectoria en el país (La vendedora de rosas y La mujer del animal, por ejemplo)

, le dijo: “Es el momento de hacer una película”.

Esta se volvió para Lucas como su tabla de salvación: “Unos se vuelven cristianos y otros cineastas”, comenta.

Decidió reconstruir un largo periodo de vida de su adicción al alcohol con sus exnovias, curiosamente casi todas actrices de profesión. A través de los diálogos con ellas y su madre, especialmente, narró capítulos de su vida de rumba extrema y malas decisiones.

Su trabajo documental es confesional. Según Erwin Goggel, su productor, es un filme con un equipo de producción muy pequeño detrás de cámaras. “Lo mejor se hizo sin nadie atrás y con dos seres humanos frente a ella”.

El director, que estará en Medellín el viernes a las 6:30 y 8:30 p.m. en el Mamm y en el Colombo, respectivamente, siente que valió pena hacer este documental y enfrentar sus demonios.

Yo, Lucas

Un autorretrato de un adicto al licor

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