HISTÓRICAMENTE
hablando, pasaron muchos años desde el descubrimiento de los rayos X en 1895, hasta que la aplicación de esta radiación revolucionó los campos de la Física, la Química y la Biología. La potencialidad de su aplicación en estos campos vino indirectamente de la mano de Max von Laue (1879-1960), profesor sucesivamente en las Universidades Munich, Zurich, Frankfurt, Würzburg y Berlín, quien en 1912 pretendiendo demostrar la naturaleza ondulatoria de esta nueva radiación colocó cristales de sulfatos de cobre y de blenda frente a los rayos X, obteniendo la confirmación de su hipótesis y demostrando al mismo tiempo la naturaleza periódica de los cristales.
Von Laue recibió por ello el Premio Nobel de Física de 1914. El experimento de Laue estuvo muy mediatizado por las ideas previas que le inculcó Paul Peter Ewald (1888-1985).
Pero quienes realmente sacaron provecho del descubrimiento de los alemanes fueron los británicos Bragg (padre e hijo), William H. Bragg (1862-1942) y William L. Bragg (1890-1971), quienes en 1915 recibieron el Premio Nobel de Física al demostrar la utilidad del fenómeno que había descubierto von Laue para obtener la estructura interna de los cristales. Pero todo esto será objeto de apartados posteriores.
Max Von Laue
(1879-1960)
Paul Peter Ewald
(1888-1985).
William H. Bragg
(1862-1942)
William L. Bragg (1890-1971)