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El Mercosur se abre a la Unión Europea, pero ahora los límites están allá

En un hecho inédito para un bloque sudamericano que históricamente ha sido muy cerrado, hay alineamiento para el libre comercio con el viejo continente.

¿QUÉ FALTA PARA QUE SE CONCRETE?

¿QUÉ FALTA PARA QUE SE CONCRETE?

Aunque las administraciones en los cuatro países que integran el Mercosur hoy lucen con ideologías diametralmente opuestas entre sí, se impuso un alineamiento entre los miembros que permiten avanzar en un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE). Se trata de un hecho que no conoce antecedentes para el bloque. Este hito se logra después de más de 20 años de negociaciones en el interior de la alianza sudamericana y de discutir las pautas de entendimiento con los países miembros de la zona Euro. Ahora bien, aunque de este lado del océano todo parece marchar sobre ruedas de cara a la rúbrica, las reticencias ahora se encuentran del lado de las potencias europeas. Con Francia a la cabeza de una cruzada que intenta quitarle apoyo al acuerdo y las posturas también reticentes de otras naciones que operan con bajo perfil, la potencial firma de convenio tiene final abierto.

La pelota no está en terreno latinoamericano. Así coinciden los especialistas que ponderan asimismo las coincidencias que hoy destacan la sintonía de los integrantes del Mercosur. “Hay que ser realistas. Los cuatro miembros del Mercosur hoy tienen una visión distinta del bloque al que aspiran”, expone Marcelo Elizondo, analista y consultor en negocios internacionales, en contacto con Punto biz. Pero aún en un contexto de fuertes disidencias políticas en los gobiernos que integran el conglomerado, hay una sintonía que supera las diferencias y la impronta marca el fuerte aislamiento del Mercosur en términos de relacionamientos externos.

“Si bien hay una disidencia en relación a qué tipo de Mercosur quieren, los miembros son conscientes de que así como está, luce agotado. La chance de un acuerdo con la Unión Europea le permitiría una agenda nueva, incluso una internacionalización del bloque que hoy no tiene prácticamente tratados con terceros mercados. A lo mejor si el Mercosur hubiera generado acuerdos con otros países, con Asia, o si hubiese logrado modernizar sus parámetros, no sería tan importante el pacto con la Unión Europea. Así el acuerdo es crucial para la conformación del Mercosur y su potencial renovación, donde sí existe un alineamiento”, analizó Elizondo.

El origen

Prácticamente en línea con el inicio oficial de las actividades del Mercosur como bloque regional, se trazó una hoja de ruta para activar un acuerdo de libre comercio con la UE. “Fue en 1995, cuando se firma un acuerdo marco para la negociación de una alianza entre Europa y el mercado económico que acaban de formar Argentina, Brasil y Uruguay. Esa primera aproximación ya incluía la posibilidad de cristalizar un tratado de libre comercio”, precisó Julieta Zelicovich, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y magíster en Relaciones Comerciales Internacionales.

Pero recién en 1999 la comisión europea, el órgano ejecutivo de la unión de países del viejo continente, recibe el mandato negociador de los países miembros, hecho que derivó en que en el año 2000 se active el primer intercambio de ofertas arancelarias entre Sudamérica y Europa.

“Las negociaciones navegaron por diferentes estadíos. De 2000 a 2004 se registró un nivel de avance importante que se truncó abruptamente. La Unión Europea decía que era necesario vincular la agenda agrícola global que el bloque estaba cristalizando para todas sus relaciones comerciales y alinearlas con su negociación con el Mercosur, hecho que reducía los márgenes de ganancia del Mercosur. El vínculo se enfrió hasta que en 2009 se reflotaron las negociaciones en el marco de las crisis financiera. Lo notable es que durante todo ese plazo las comisiones negociadoras se siguieron reuniendo pese a la falta de entendimiento macro”, repasó Zelicovich.

Pero no fue hasta 2016 que con Mauricio Macri en la presidencia argentina y Michel Temmer en Brasil se activó una nueva estrategia de negociaciones. “Del 16 al 2019 se registró un incremento de la intensidad negociadora que nunca antes se había visto. En sólo tres años se resolvió un acuerdo principal de corte político con una veintena de capítulos que incluía algunos puntos centrales arancelarios y regulatorios, pero en donde no se explicitaban pautas de inversión. Fue en 2019 en donde se llega a hacer el anuncio del convenio, que sin embargo carecía de los puntos de cooperación política que contienen todos los acuerdos de libre comercio”, sumó la especialista sobre la evolución del frente negociador.

Con la irrupción de la pandemia el eje de la relación Europa-Mercosur cambió de manera irreversible. “Se confirmó un nuevo orden donde cobró mayor peso la geopolítica y las cuestiones climáticas. En ese marco, los avances del entendimiento Mercosur-UE fueron muy mal recibidos bajo los nuevos cánones por ambientalistas y algunos sectores agroexportadores. Eso derivó en que muchos parlamentos nacionales, tal el caso de Francia y Austria, lograran marcar un incidencia tal en el parlamento europeo que terminaron poniendo un límite a la negociación con los países miembros del bloque sundamericano. El acuerdo original tenía pautas fijadas en el 2000 que carecían de las premisas vinculadas al desarrollo sostenible que se trazaron tras la pandemia”, planteó Zelicovich.

“La cuestión es que a partir de 2020 se establecen nuevos requisitos para el Mercosur en lo que a compromisos medioambientales respecta. Fue en ese momento que Luiz Inacio Lula Da Silva, de regreso en el Ejecutivo de Brasil, también aprovecha para colar una revisión para la Unión Europea del capítulo de compras gubernamentales, Desde entonces, al margen de la expectativas que exponen varios mandatarios del Mercosur, no ha habido nuevos avances”, puntualizó la especialista en relaciones internacionales.

El problema de base

Si bien la chance de que se alumbre el tan mentado acuerdo de libre comercio con la Unión Europea es materia discursiva de varios actores de peso del Mercosur, las incongruencias y la falta de acuerdo de peso pesados del conglomerado primermundista no hacen más que generar incertidumbre justo cuando se estaba en instancias definitorias. Los especialistas en geopolítica y comercio exterior prefieren la cautela para abordar la chance de un desenlace exitoso. “El Mercosur es competitivo donde la Unión Europea es más celosa y la UE es competitiva en aquellas pautas donde el Mercosur es más sensible. Lo cierto es que hoy la traba está del lado europeo”, insiste Zelicovich.

“Si bien hay mayoría en Europa a favor del acuerdo, cuando uno observa el posicionamiento de la oposición al entendimiento –en franca minoría–, sí o sí, hay que analizar que las más intransigentes son potencias muy poderosas”, valoró Elizondo, quien además manifiesta que “habrá que esperar como decantan las instancias a futuro”.

“Está claro que si Europa está dispuesto a tomar una decisión y cristalizar un acuerdo de libre comercio con el Mercosur, lo hará desoyendo la opinión de países fuertes, que además están siendo muy explícitos con su posición, tal el caso de Francia, cuyo primer ministro ha abordado la necesidad de hacer fracasar un vínculo con países de América del Sur como temario de gestión fronteras adentro del Estado. Luego es necesario detectar que hay otras naciones con resistencias como Países Bajos y Polonia, que no son tan explícitos”, sumó el consultor sobre el final abierto.

El escenario se dirime entre dos veredas. Una es la posibilidad que prevalezca el número en el parlamento europeo y que luego haya un nuevo capítulo al interior de los países miembros en sus respectivos órganos legislativos que se imponga la política y el peso de un puñado de países que, con minoría evidente, pero con una espalda en términos de lobby muy expandida, puedan hacer zozobrar lo que ya se hizo. La moneda está girando en el aire.

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Por PATRICIO DOBAL