RADIOLOG'ÍA EN EL TIEMPO VOLUMEN 1 | Page 4

1896

El sábado 28 de diciembre de 1895, Wilhelm Conrad Röntgen entregó su manuscrito al secretario de la Sociedad Físico-Médica de Würzburg, que decía: “Ahora es posible que se desate una hecatombe”. Y, de hecho, así fue. Tres días después, Röntgen recibió los documentos especiales que había enviado a sus colegas junto con saludos de Año Nuevo y nueve fotografías. Entre sus colegas se encontraban los físicos Kohlrausch, Lummer, Kelvin, Schuster, Voller, Warburg, Exner, Poincaré, Stokes, Michelson y Boltzmann. Muchos científicos como el físico Otto Lummer de Berlín, creyeron que Röntgen estaba contando cuentos o movían sus cabezas en señal de desaprobación diciendo que hasta entonces Röntgen había sido un hombre bastante racional. El primer apoyo provino de Berlín, en donde sus fotografías se presentaron en el 50.o aniversario de la Sociedad Alemana de Física. Sin embargo, la rápida difusión de las impresionantes noticias se puede atribuir a su compañero de estudios y profesor de física en la Universidad de Viena, Franz Exner. Durante una discusión la noche del 4 de enero, les contó a sus colegas acerca del descubrimiento de Röntgen. Röntgen y Exner habían sido asistentes de August Kundt, el mentor de Röntgen, en Zurich. Esa misma noche, Ernst Lechner, profesor de física de la Universidad de Praga, escribió el primer artículo sobre el increíble descubrimiento junto con su padre, editor del periódico de Viena Die Presse, y el artículo se publicó al día siguiente. Sin tener las imágenes impresas, ambos autores realizaron un resumen excelente y conciso de los aspectos más espectaculares, en particular de las impresionantes y algo misteriosas imágenes de huesos tomadas a través de la carne. Al considerar sus posibles aplicaciones, el Lechner más viejo dio rienda suelta a su imaginación. Sin embargo, en retrospectiva, se puede decir que sus observaciones fueron proféticas, ya que las predicciones con referencia al diagnóstico médico se confirmaron solo unos meses después. Una vez que las noticias llegaron a las oficinas de Reuters en Viena y a The Daily Chronicle, la historia se comunicó por telégrafo a Londres y, desde allí, se divulgó por todo el mundo en pocos días.