ivimos épocas plagadas de excentricidades.
“El nuevo mundo” como suelen llamar algunos
a esta etapa de posmodernismo, o en los más
avanzados, “posverdad”; nos está dejando un sinnúmero
de elementos nuevos en el estilo de vida y la forma de
pensar. No obstante, algo que no cambia, a pesar de los
dramáticos vaivenes de la acelerada vida, es la necesidad
de las relaciones interpersonales. Es más, uno de los
males más agudos y profundos de esta era, es la soledad.
Los posmodernos reconocen que la vida se vive más sola,
y que aun en medio de las grandes urbes con sus masas
de población concentradas, el hombre es más solitario
que antaño.
V
¿Qué ha pasado? ¿Por qué se valoran tan poco las
relaciones en esta época? ¿Por qué son importantes las
relaciones y la vida en comunidad? Estás importantes
preguntas, reconozcanlo o no, están metidas en la cabeza
de las nuevas generaciones. El concepto “amistad” ha
venido a ser parte de un peligroso juego digital en el cual
tienes miles de amigos, pero cero relaciones. Estamos
escondidos detrás de un ordenador, un móvil o una tablet
desde la cual nos relacionamos con otros, ¿por qué se
da esto? Una cosa es saber aprovechar las autopistas
virtuales para estar conectados en un siglo que así lo
amerita, y otra es tratar de ocultar una de nuestras más
grandes necesidades: la relación con otros.
En mi opinión, este problema se generó en el huerto de
Edén desde el principio. Allí podemos obtener una valiosa
información de lo que sucedió y cómo esto comenzó a
colarse en el ADN de todas las generaciones que vinieron.
Vemos cómo el error de Adán y Eva afectó tres áreas en
el hombre que deberían ser cuidadosamente analizadas
en nuestros tiempos. En Génesis 1:26, Dios desde los
inicios mostró con su propia naturaleza en la Trinidad,
que su imagen y semejanza tenían que ver con la vida
en comunidad: “Hagamos al hombre…”. El hombre fue
creado para vivir, crecer y desarrollarse de esta manera.
Lamentablemente, Adán pecó y el pecado afectó
gravemente las relaciones en los tres ámbitos.
En primer lugar, Dios y el hombre, que previamente se
encontraban y se hablaban abierta y libremente en el
jardín del Edén, ahora estaban distanciados. Adán, al
darse cuenta de que había traicionado la confianza de
Dios, se escondió. Se había destruido la abierta relación
de Adán con el Señor:
“Dios el SEÑOR plantó un jardín al oriente del Edén, y
allí puso al hombre que había formado. Dios el SEÑOR
hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los
cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del
jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del
conocimiento del bien y del mal. Del Edén nacía un río que
regaba el jardín, y que desde allí se dividía en cuatro ríos
menores”.
Génesis 2:8-10
“Pues todos han pecado y están privados de la gloria de
Dios”.
Romanos 3:23
En segundo lugar, Adán perdió todo el sentido de su
plenitud, belleza y valor cuando se abrieron sus ojos al
bien y al mal. Por primera vez, vio dentro de sí y no le
gustó lo que vio. También se había destruido la relación
consigo mismo (Lee Romanos 7:19-8:1)
“¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra
parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente,
junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los
que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién
condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso
resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por
nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la
indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: “Por
tu causa siempre nos llevan a la muerte;
¡nos tratan como a ovejas para el matadero!”
Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores
por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido
de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los
demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni
lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación
podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado
en Cristo Jesús nuestro Señor”.
Romanos 8:31-39
Y, por último, Adán rechaza toda responsabilidad al
descargar la culpa de su propio pecado sobre Eva. La
confianza entre ellos nunca volvió a ser la misma. La
relación del hombre con los demás también se destruyó.
“Uno de los maestros de la ley se acercó y los oyó
discutiendo. Al ver lo bien que Jesús les había contestado,
le preguntó:
—De todos los mandamientos, ¿cuál es el más
importante?
—El más importante es: “Oye, Israel. El Señor nuestro
Dios es el único Señor —contestó Jesús—. Ama al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Ama a tu
prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más
importante que estos”
Marcos 12:28-31
Es muy peligroso vivir la vida sin sentir la necesidad de
restaurar las relaciones en esos tres ámbitos. Intentar
construir una vida sana de manera solitaria nunca ha
sido posible porque el ser humano es relacional por
naturaleza. No te quedes aislado, no creas que solo
lograrás más que estando rodeado de otros que pueden
ayudarte a llegar a la meta victorioso.
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