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CREADOS PARA DEPENDER DE OTROS A veces me creo el cuento de que soy como Dios. Y sí, puede sonar muy patudo de mi parte, pero a veces siento que estoy un poco más arriba de la escala del resto de las personas al creer que no necesito de otros para vivir y que “me la puedo solita”. Que puedo pasar mis tristezas sola sin preocupar al resto, y que tengo una relación tan cercana con Dios, que no necesito de otro consejero y amigo fuera de Él para confesarme y contar mis problemas. A veces me creo el cuento de que soy como Dios, y esto pese a que a diario me miro al espejo y no me veo diferente al resto, no tengo un resplandor especial ni una barba caricaturesca que imponga sabiduría. Creía que, de la misma forma que Dios no necesita a nadie para ser completo y solo ES suficiente por sí mismo, yo podría vivir mi vida plena, sin necesitar a otros. Claramente me equivoqué, para empezar porque incluso Dios siendo suficiente por sí mismo, vive en una trinidad de personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Estos últimos meses tuve que darme cuenta (a la mala y con harta tristeza) que no soy como Dios y mucho menos alguien que está más arriba en la escala del resto del mundo. Soy Barbara Matus, la hija de un Dios gigante, pero, aun así, “hija” que tiene mucho que aprender de su Padre Celestial y de los hermanos, hijos de este mismo Dios, que su Padre pone en su camino. Pude ver cómo Dios puede poner a personas nuevas o capacitar a quienes nos rodean, para dar un consejo preciso en el momento adecuado. Pude ver que a veces es necesario dejarse regalonear por nuestros hermanos y hermanas en la fe, para sentir el cálido abrazo de nuestro Papá en el cielo, y que esa Iglesia a la que Dios nos llama a ser parte, realmente es una familia cuando nuestra familia de sangre está a cientos de kilómetros de distancia. Pero para creer todo lo que te cuento, es necesario tener claro que llegará el momento de incluir a nuestro Dios, como el verdadero Señor de nuestras vidas al ciento por ciento. Y será necesario entender que todas las áreas de mi vida le importan a este Dios, y que tal como un Padre, Él se preocupa de nosotros desde nuestra vida devocional, hasta la relación que tengo con mis padres, hermanos, amigos, e incluso (aunque no lo creas) también le interesa saber sobre tu actual o futuro pololo/a. Debemos dejarnos llevar por el amor y cercanía que Dios nos ofrece en su constante búsqueda para relacionarse con nosotros por sí mismo y a través de quienes nos rodean todos los días. Te invito a que con esta nueva edición de la revista R-Flex puedas aprender que realmente fuimos creados para ser sociales, para vivir en comunidad, para depender de la familia sanguínea o no sanguínea que el Señor nos ofrece todos los días, y aprender que, pese a lo que la sociedad nos muestra a diario relaciones rotas entre padres e hijos, parejas románticas o relaciones asimétricas de jerarquía, sí existen y podemos practicar modelos de relaciones interpersonales sanas. Y darnos cuenta que cada uno de estos modelos a seguir se basan en el mejor modelo de todos: la vida de Cristo. Bárbara Matus Calabrano Directora de Rflex Mag. alfa-piebs.cl 3