Poseído del más alto talento para los negocios y las cuestiones económicas supo encauzarlo con destreza y verdadera animosidad.
Don Pancho Moreno, como se le conocía mejor, nació en Autlán de la Grana, en Jalisco, el 3 de agosto de 1889, en el matrimonio de Don José Moreno y Doña Macedonia Hurtado. Fueron sus hermanos Alfonso, Sara, Luz, Rubén, Dolores, María, Jesús y Ramón.
Sus padres, por así convenirles, se avecindaron en Cihuatlán. Huelga decir que su riqueza y poderío les colocó entre los adinerados más conocidos en Jalisco. Tanto los Moreno, como los Hurtado y los Domínguez, casas de donde provenían los hermanos Moreno, eran dueños de tierras, ganados y comercios, situación esta que les abrió camino social y económico entre los caciques regionales.
Una tienda de abarrotes, huertas plataneras, ganado y trabajo tesonero y esforzado, dieron a Don Francisco posición y respetabilidad. El crecimiento de su hacienda lo trajo a Manzanillo en 1926. Sus primeros negocios fueron, en sociedad con sus hermanos, una agencia aduanal y de buques. Se complementaron sus actividades marítimas con las agrícolas y exportadoras. Y la fortuna creció.
Don Pancho Moreno -como se le decía-, no fue el rico haragán que dilapida su fortuna; por el contrario, la incrementó saludablemente y alcanzó esplendor y ganancia.
Tuvo dos aserraderos, uno en Salagua y otro en el Pedregal, en Cihuatlán. Compró fincas en Guadalajara, fundó la Fábrica de Hilos El Tigre, la compañía Resinera Tigre, trabajo con acierto el Rancho Villa Vieja, en la Purificación, Jalisco, y con capacidad poco común exportó frutales, -coco, limón, plátano, maíz- a diversas regiones del país y a los Estados Unidos.
Sus hermanos, asociados con él y radicados en Guadalajara, le apoyaban en su negocio de exportaciones.
Hombre audaz, inteligente, visionario, este Don Pancho Moreno. Adelantado a su tiempo, con una visión futurista y comercial envidiable.
En 1935, construyó uno de los primeros edificios de ladrillo y concreto en el puerto, el “Moreno”, antigua sede del Correo, y cuyo costo fue para entonces estratosférico y por demás inalcanzable para el grueso social; el gasto total sumó cincuenta mil pesos. Ya para 1936, sesenta mil pesos invirtió para erigir el Edificio Guadalajara, enfrente del Moreno, y contraesquina de lo que sería su magna obra arquitectónica: el Hotel Colonial.
Sus importantes negociaciones y su caudalosa economía le prestigiaban ya como personaje de
la mejor sociedad, y a diferencia de algunos capitalistas soberbios y altaneros, don Pancho Moreno, gozó siempre del cariño y la estima de los colimenses, que no sólo de los porteños.
Sus proyectos comerciales sorprenden aún hoy. incansablemente y poseía arrestos y entereza.
En 1940 surgió de su mente visionaria la idea de construir un hotel de calidad turística. Con su singular planeación convenció a sus hermanos del negocio y solicitaron un préstamo al Banco Hipotecario, que les concedió sin preámbulo la elevadísimo suma de 750.000 pesos, a pagarse en diez años. Don Francisco Moreno contrató para la obra el diseño del arquitecto Guillermo Soto, de la capital del país, y para la ejecución de la misma al ingeniero Filiberto López Aranda, capaz alarife tapatío, quienes dieron plena construcción al hermoso Hotel Colonial; que tuvo por cierto su inauguración el 4 de mayo de 1942, en la más rumbosa y bella fiesta dada hasta entonces, amenizada por las hermanas Águila, exquisito dúo de Guadalajara, reconocidas como “el mejor dueto de América”.
El Hotel Colonial constituye, por su arquitectura, una obra especialmente grata. Es oportuno señalar que para su ornamentación se trajeron lozas de azulejo de talavera, directamente de Puebla. Se compró ladrillo cocido en bruto, ancho y fuerte, de hechura tapatía, traído todo en tren. Y se adquirieron maderas de cedro de la mejor calidad y robustez. Los portones, los muebles, las puertas, las vigas, y los maderos fueron labrados con gusto y arte por buenos ebanistas. Y desde entonces, el Hotel Colonial, se convirtió en el emblema y la imagen más bella del viejo Manzanillo. Su estilo y su elegancia forman un conjunto arquitectónico de gran atractivo.
La inteligencia y la sana ambición progresista de Don Pancho Moreno dio al puerto esa obra para la posteridad. Fue el Hotel Colonial el primer paso significativo y exitoso hacia el turismo. Su propietario y hacedor debe estar –pues que así lo merece- considerado como uno de los pioneros del turismo y del mismo comercio de exportación.
Muerto el 30 de diciembre del años de 1957, Don Francisco Moreno Hurtado, ocupa un lugar digno y honorario en la historia porteña como hombre visionario y ciudadano de su tiempo y queda registrado como un Personaje del Viejo Manzanillo.
QUE BONITO ES MANZANILLO PAG. 13