QUE BONITO ES MANZANILLO NUMERO 9 | Page 16

Aquel día, nunca imagine que mi escepticismo me llevaría a redimirme con el misterio, esas cosas que temí de niño y que mi educación hicieron lentamente que pasara lo contrario hasta llegar a esta incredulidad, había decidido hacer escala en la Ciudad que me adopto, y que además fue parte de mi vida durante mi estadía por la Preparatoria, estaría solo un día de paso rumbo a mi reunión en George Town, caminaba por degollado hasta salir a Fray Antonio Alcalde de pronto vi un bar de esos de cantante de ocasión y por el calor que junio prodigaba me invite una cerveza, después de la tercera y canticos de Milanés, ella se acercó a mi lado preguntando si era posible sentarse ya que el lugar se había abarrotado.

Caminamos por Pino Suarez cercano al Degollado donde le hable de cómo había sido una encomienda al Arquitecto Jacobo Gálvez en 1865 (algunos dicen que en 1866) que tuvo por nombre Teatro Alarcón en Honor a aquel gran dramaturgo Don Juan Ruiz de Alarcón, para posteriormente llamarse como actualmente, debido a Don Santos Degollado el llamado Héroe de las Derrotas pero esa es otra historia.

Era entrada la noche, hablamos de leyendas urbanas y de algunas ciudades antiguas de México por donde se generaron mas leyendas, me dijo que había nacido en un pueblo cercano a Guadalajara, llamado Mazamitla, de regreso al bar del hotel donde me había hospedado seguimos comentando la forma como conocí Mazamitla, de niño cuando los autobuses pasaban por ahí rumbo a Guadalajara, bajamos al mercado a comer, había ya tal confabulación que decidí invitarla a mi habitación, hablamos bebimos y muchas cosas más que no cabrían en este pequeño relato.

Dormíamos cuando el timbre de un celular sonaba, como si quisiera evitarnos el descanso, como si fuese una notificación, un sonido musical algo así, como una canción “Pásame la Botella” el sonido provenía de un celular que está por demás decirlo, no era el mío, le susurre al oído “que vecinos tan ruidosos” cuando al instante se levantó de un salto, como si el sonido avisara el momento en que el encanto termina, así, apresuradamente y con angustia se levantó diciendo, Hay, Hay, mis Hijos, mis Hijos, hay mis hijos.

Rápidamente salió, tomo el celular para contestar, pidiéndome la acompañara por su auto al estacionamiento.

Cuando Salí de bañarme ya se había ido sin decir más, habiendo dejado la puerta abierta… aquel día me di cuenta que había ocurrido algo misterioso e increíble, me había acostado con la Llorona, esa ocurrencia me lleno de hilaridad que aun durante el viaje, cada vez que lo recordaba me decía caray, espero que la próxima vez que vuelva a Guadalajara, no exista otro hijo de la Llorona, porque nadie ha podido dormir como yo; con élla, y… constatar que verdaderamente existe.

Guadalajara, Jal. 2000

UNA AVENTURA

CON LA LLORONA

POR OSCAR HERNÁNDEZ