Los dichos de los viejitos, son evangelios chiquitos
Buenos días don Cipriano, ¿Cómo amaneció?
Pos, ¡amanecí que es ganancia!
No, pos sí, tiene la boca llena de razón, y es que pensé que ya no vendría- comento don Chón.- y es que el que madruga Dios lo ayuda.
Si, estoy un poco tarde pero no por mucho madrugar amanece más temprano
Y usted don Chón, ¿cómo lo trata la vida?
Pos, la verdad como mis hijos se pusieron de acuerdo para cuidarme y hoy le toca a uno y mañana al otro o a la otra, mis comidas son en diferentes casas, ahora sí que estoy como la hoja en el viento, a ver pa´ dónde me lleva.
Si… la verdad lo entiendo, yo no tengo que moverme de mi palapa, pero me la paso esperando a ver que me trae de comer alguno de mis hijos, yo estoy como el perro debajo de la mesa, viendo a ver que cae.
Los dos amigos se sentaron en unas enormes piedras a tomar el sol recargados en sus respectivas “burritas” y después de uno silencio de contemplación a su alrededor retomaron la plática.
¿Y su hijo menor don Cipriano? ¿Qué razón me da de él?
¡No, pos!... después de que me escribió de los gabachos hace 6 meses no he sabido nada. pero tá bien
¿Cómo que está bien?
Pos, es que ya ve usted don Chón, con eso de que se arrejuntó con una gringa…
¿con una gringa?
Bueno si, digo no, con una muchacha de Costarica, pero quesque nacida por allá. Y bueno ya sabe usted que más jala un pelo de mujer que una yunta de bueyes.
Ah, pues si… y hablando de bueyes, le platico- dijo don Chon- mi hija, la segunda no me hace caso, es más ni siquiera me escucha y sigue con el tipo ese que la golpea y que no da golpe ni para defenderse el muy guevón, pero me canso de decirle que al que le gusta ser buey hasta la coyunta lame.
Pos, eso si- respondió don Cipriano-
Y luego el más chico- continuó don Chón contando sus penas- que no quiso terminar la primaria y ahora que está grandulón se la pasa lamentando, yo le digo que no la chifle que es cantada y que le siga en esas escuelas que le llaman abiertas, de las que solo van uno o dos días, pero no termina por hacerme caso y yo tristemente me digo; “Chón ya sabes que el que nace pa’ maceta, no pasa del corredor”.