La dependencia que se genera con la violencia al seno de la familia, es muy importante.
La moral imperante en la sociedad, nos lleva a ocultar el verdadero sentimiento de adhesión entre la víctima y el victimario y eso inhibe la correcta solución al problema.
Las leyes se hacen para solucionar los problemas sociales –esa es su esencia- y si no se reflejan en el conflicto social los verdaderos elementos de la conducta de que se duele, la Ley exprofeso, quedará corta, rabona y la sociedad seguirá sufriendo el flagelo de la conducta lesiva.
En el quehacer cotidiano, al interior de la familia, existe violencia, violencia verbal sexual, económica, psicológica, física, etc. Lo que nos lleva a pensar que si la familia es la principal célula de la sociedad y está contaminada de violencia, entonces, la sociedad en general también lo está, situación que nos conduce a la conclusión de que la violencia es inherente al ser humano, recordando que somos una dualidad, recordando y aceptando que no somos completamente buenos ni completamente malos, luego entonces,
la violencia no se va a erradicar, se puede controlar para que los índices sean mínimos, pero no erradicarla… es ahí en donde nos desgastamos, nos desgarramos el alma pretendiendo entender lo que nuestros propios tabúes esconden, nunca lo lograremos así…
La pretendida terapia psicológica con que las autoridades correspondientes quieren solucionar los conflictos internos generados en la victima por el antisocial, se circunscriben a hacer saber a la víctima que ella no es culpable de lo que le sucedió, y sin proponerse el resultado, la víctima esconde sus sensaciones creyendo que aceptar en el fuero interno esa dependencia con su agresor, es muy malo, generando así un círculo de silencio y haciendo de cada víctima, una posible victimaria o peor aún, generando en ella odios, rencores y animadversiones, muchas veces traspoladas al género de quien cometió el antisocial en ellas.
Considero que independientemente de la terapia convencional de erradicar el sentimiento de culpa en la víctima, los psicólogos, deben hacer que ésta enfrente sus propios demonios, no solo los demonios del agresor, como convencionalmente se hace, así sería competo el círculo de violencia-dependencia entre víctima y victimario que se genera, y el estrés post traumático sería tratado con éxito, en beneficio de la víctima y por ende de la sociedad.
Al efecto, salpico de poesía, los restos memoriales de una vida de violencia…dolorosa tal vez, tal vez solamente pasmada en el intricado laberinto del pensamiento…
CODEPENDENCIA ENTRE VÍCTIMA Y VICTIMARIO