Con el fin de saber hasta qué punto se puede
ampiar este efecto, los científicos, mediante
manipulación genética, propiciaron que otras
neuronas del gusano que no forman canales
TRP-4 de manera natural lo hicieran. En ese
caso, los nemátodos también daban la vuelta
tan pronto como se les exponía a un impulso
ultrasónico. Además, la probabilidad de que
los animales giraran por sí mismos se reducía
según el tipo de neurona que se excitaba.
Esta técnica está lejos de ser aplicada en
seres humanos ya que el canal iónico TRP4 no está presente en muchos seres vivos
de manera natural, ya que la sonogenética
como la optogenética requieren de infiltra
material genético que les de esta propiedad,
antes de poder hacer pruebas en humanos
es necesario hacerlas en otros animales
como los ratones y se desconoce cómo
se comportarían los ratones al tener esta
proteína.
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