y rodeado del olor a verduras , me pasaba por la mente emigrar a los Estados Unidos . Fue una decisión bastante difícil de tomar , fue todavía más difícil dejar a mi madre y mi hermanito abandonados , pero tuve que aceptar la oportunidad y decidí que me iba para los EE . UU .
En el transcurso de esa semana , le dije a un primo que iba a emigrar y me respondió con tristeza en su rostro que él quería ir también . Me conmovió porque no me tocaría venirme solo . En el transcurso de esa semana y con las ganancias de la venta de los frijoles , alcancé a recoger 5000 lempiras . Era poco , como unos 200 dólares , pero con eso teníamos para salir de Honduras . Nuestro viaje era para el martes 28 de mayo , algo emocionante pero a la vez triste para nuestras familias . Al llegar el lunes , tenía que arreglar las cosas con las que me iba a venir ese día . Eché a la mochila un desodorante y mucha ropa interior , también un suéter para el frío .
Mi madre estaba trabajando . Apenas terminó a las cinco de la tarde del trabajo yo ya tenía todo listo para salir . Despedirme de mi madre me partió el alma , y verla llorar fue muy duro para mi , pero no podía poner marcha atrás porque no quería seguir en la misma situación . Ella solo me dio una cara triste y me dijo que no la dejara abandonada . Le di un abrazo fuerte y le dije lo mucho que la amaba antes de irme a la casa de mi primo porque dormiría ahí para salir al siguiente día en la madrugada .
Se hicieron las cuatro de la madrugada y ya estábamos listos para comenzar el arriesgado camino migratorio . Tomamos el primer autobús en Siguatepeque y lo único que hice fue voltear a ver hacia atrás con lágrimas en los ojos por los recuerdos que traía ese lugar . Subirme al autobús fue el momento más difícil