puño & letra Summer 2020 | Page 19

La vulnerabilidad Los humanos, capaces de construir ciudades monumentales y alcanzar con sus cohetes al espacio, se desmoronaron ante un virus invisible. Cedió rápidamente la certeza de estar en control de nuestras vidas, y nos sentimos ahogados por la gravedad de la situación. La voz de María Jose, de Ecuador, describe este cambio perfectamente: “La vida es tan hermosa, pero frágil y de la noche a la mañana puede cambiar tu mundo y todo lo que conoces”. Perder nuestro camino se siente extraño y frustrante, y como si todo por lo que luchábamos se hubiera cambiado de significado. Ahora, ni siquiera se sabe cómo serán nuestras vidas en los siguientes meses. Pero entre estos sentimientos de vulnerabilidad y fragilidad, florece el agradecimiento. En los testimonios que recibí, se repetía este concepto de que no importa cuánto uno pierda - siempre existe la realidad de que hay otra persona en este mundo que tiene menos. Ya sea por tener a la familia o a los seres queridos cerca durante la cuarentena, por mantener su empleo o poder trabajar remotamente, o por no llevar enfermedades preexistentes y no estar enfermo, la gente tiene “dicha al dar[se] cuenta que hay gente que está peor” (Karim Chavez, México). Reconocer lo afortunado que somos algunos mientras que muchos otros sufren es una llamada a las injusticias del privilegio. Las pérdidas sufridas por esta pandemia son grandes y revelan nuestra vulnerabilidad humana. Pero hemos podido aprender a valorar las cosas que antes se daban por hecho, y cambiar nuestra perspectiva para centrarnos en las cosas simples de la vida. La esperanza Ahora mismo, enfrentamos un momento decisivo. Tenemos muchos problemas urgentes que, sin un cambio de rumbo significante, nos dejarán destrozados. El cambio climático, la injusticia económica, el racismo y la inequidad, las enfermedades y la sanidad, y muchos más. Los siguientes pasos resultan inciertos, dependientes de las decisiones de la gente, los gobiernos y nuestros líderes. Esta pandemia nos ofrece tiempo esencial para reflexionar en los errores que estamos cometiendo, y reenfocarnos en las soluciones. Los humanos somos muy adaptables, lo que sirve como ventaja y desventaja simultáneamente. Tendemos a ver los problemas como algo temporal - la siguiente barrera de superar - pero en el acto, falta que hagamos los cambios suficientes para evitar repetirlos. Regresamos a lo que hacíamos antes, “como un adicto que, después de la abstinencia, usa las drogas más que antes” (Giacomo, Milán). Esto impide que cambiemos la forma en que vivimos en este planeta. Alrededor del mundo, mucha gente mantiene la esperanza de que podamos sobrepasar esta crisis e implementar cambios positivos. A escala global, se está aumentando la ‘atención plena’ - la conciencia sobre nuestras acciones y pensamientos, y el mundo que nos rodea. Nos está provocando reflexionar sobre nuestro lugar en el ecosistema de la tierra y el ciclo de la vida. Ver como el mundo natural prospera y los animales regresan cuando los seres humanos dejan de controlarlo todo es un claro testimonio de lo desequilibrado que está nuestra relación con la naturaleza. Es empoderador ver cómo tantas de las voces en estas entrevistas cuestionan la estructura de la sociedad. “El modelo que ha llegado hasta aquí está errado,” declara José Luis Humara García, de Asturias, España. Es una afirmación del movimiento creciente de reconsiderar nuestras fallas sistémicas. A todos nos ha afectado de manera muy propia esta pandemia. Cuando esto termine, ojalá podamos decir que no ha sido en vano. Qué en nuestros momentos más difíciles, en el centro de la inconveniencia, nazca el ingenio. Qué los humanos aprendamos a ser más empáticos, y a apreciar más la vida y a nuestros seres queridos. Qué nos unamos en solidaridad más allá de las fronteras geográficas, raciales, religiosas e ideológicas. Y como proclama con alegría mi abuela Betty Abadía desde Italia, “Que bueno será, quitarnos los tapabocas y sonreír.” 19