puño & letra Summer 2020 | Page 17

manera más amplia en estos últimos meses. Ahora me doy cuenta de que si me enfermara, se lo diría a las autoridades - iría al hospital estatal, y permitiría que mi familia fuera a la cuarentena del gobierno y que investigaran a todas las personas con las que tuve contacto. [Porque] no se trata sólo de la comodidad y la privacidad de mi familia y mía; yo quiero apoyar a mi país en la lucha contra esta pandemia y no quiero que mi egoísmo cause cientos de infecciones”. España Victor Reina, de la ciudad de Valladolid, España, siente añoranza por la vida que tenía antes. Al mismo tiempo, reconoce que aún “queda tiempo para poder volver a una nueva normalidad.” El camino a una sociedad sin amenazas de sanidad requiere que todos participemos en los esfuerzos de desescalamiento - pero no siempre es tan fácil. Reina manifiesta su frustración: “En España, no se están haciendo las cosas bien actualmente. No digo por los políticos, sino por los ciudadanos”. Explica cómo, después de seis semanas confinadas en casa, por fin dejaron salir a los niños a las calles por una hora para hacer ejercicio. Pero muchos no acataban las normas del desescalamiento. “Había niños jugando partidos de fútbol, los dos padres saliendo a pasear con su hijo”. Señala la importancia de que el gobierno, y el público, actúen con responsabilidad - si no para su propio bienestar, para el de otros. Reina vino a la conclusión que “O nos juntamos y luchamos contra el virus o esto nunca acabará”. Colombia Una dedicada maestra en el pueblo de Málaga, Colombia, Miledy Rincón García sólo puede dejar la casa una vez a la semana - los lunes, de seis a doce de la mañana. Es parte de ‘pico y cédula’, una de las medidas implementadas por parte del gobierno nacional para mitigar la propagación del virus. Dependiendo del último dígito de su documento de identidad, o cédula, a cada ciudadano se le designan un horario restringido para hacer compras esenciales. En otras ciudades colombianas también existe la medida de ‘pico y género’ donde los hombres salen a la calle los días impares y las mujeres, los días pares. En la casa de García, tuvieron la mala suerte de que todos tuvieran el mismo último dígito, y como sólo una persona por hogar puede salir en el mismo día, se ven obligados a escoger quién irá de compras cada vez. “En realidad, es mucho más difícil que antes”, confiesa. Brasil Heloisa Helena de Oliveira, propietaria de un lugar de eventos en São Paulo donde se reunía mucha gente antes del coronavirus, no tiene ni idea cuando podrá regresar a su vida normal. Para intentar evitar los efectos de la pandemia, se mudó al campo para acompañar a su familia en su pequeña granja. Relata que desde allí están produciendo huevos para responder a la nueva demanda en el mercado. “Hemos tenido que encontrar una nueva forma de seguir trabajando y estar seguros”. Mientras tanto, siente “tristeza” y “perplejidad” al ver cómo su presidente habla en televisión para afirmar que el coronavirus es solo un complot para arruinar la economía y debilitar su poder. Él tuerce la verdad para manipular a la gente. Esto no solo pone en riesgo a miles de vidas humanas sino que también disuade que las personas defienden causas importantes. Italia “Como artista [...] ha sido difícil concentrarme y encontrar energía positiva para poder crear. Las imágenes que vienen a mi mente son dolorosas”, dice mi abuelo Edgard Abadía, quién es colombiano pero ahora vive en el pueblo toscano de Volterra. El contacto humano es algo tan importante para muchos, y cuando lo único que se puede ofrecer es una sonrisa detrás de un tapabocas, se hunden los espíritus. 17