No hay que decirlo dos veces: a los Estados Unidos no
le gusta Nicolás Maduro. Por un lado, puede ser que él
tenga la responsabilidad por el hambre que sufre un gran
porcentaje de venezolanos, y que haya manipulado las
elecciones recientes. Por otro, no se puede olvidar que
él controla una de las reservas petroleras más grande
del mundo, de gran interés a la nación norteamericana.
Casi todos los países de Latinoamérica expresaron su
aprobación hacia Maduro similar a la de los Estados
Unidos y Canadá. Con excepción de México, El Salvador,
y Bolivia, el hemisferio occidental rápidamente
reconoció a Guaidó como el presidente. Por su parte,
la Unión Europea declaró que Venezuela debería
convocar elecciones nuevas para resolver el
conflicto entre Guaidó y Maduro. Después
de algunas semanas, la mayoría de los países
individuales de Europa terminaron aceptando
a Guaidó como el nuevo mandatario.
Algunos países más autocráticos como Cuba,
Rusia, China, Turquía, Irán y Siria siguen
apoyando a Maduro. ¿Será porque quieren
respetar los resultados de elecciones y el
predominio de la ley o porque no les
gusta la influencia de los Estados
Unidos y quieren legitimar a
otros países autocráticos?
¿Quién dirá?, pero parece
que hablan con las mejores
intenciones aún si
actúan con
las
peores.
China en
particular
tiene más
de 20 billones de
dólares invertidos en
la industria petrolera de
Venezuela, y reclama que los
perderá si Maduro no está
en poder para mantener la
‘paz’. Cuando el Presidente
Trump declaró que Rusia
debería sacar sus tropas
del país para mantener
la civilidad, Putin
respondió que se
quedarían cuanto tiempo fuera necesario.
Mientras tanto, tengamos en mente que a ninguno de
estos países les importa realmente nada la condición
de los mayores afectados de la situación: la gente de
Venezuela. Los Estados Unidos habla como si les
importara, pero en realidad lo que quiere es su petróleo
y más influencia sobre el país. Rusia y China actúan
como si quisieran apoyar a alguien justo, aún si buscan
legitimar generalmente a regímenes autocráticos.
Es improbable que pase nada de inmediato. Maduro
todavía controla las fuerzas militares. Por el momento,
siguen corriendo lentamente con él. Además, la crítica
y las sanciones internacionales impiden que el actual
mandatario ejerza demasiado poder. Imagina lo que
pasaría si EEUU decidan usar la CIA para un golpe
de estado y instalen a Guaidó como presidente (algo
parecido a nuestras acciones en Irán en 1953). Entonces
Guaidó tendría menos credibilidad que Maduro en los
ojos de la
comunidad internacional. Las fuerzas
geopolíticas suelen anularse
entre sí, entonces es más
probable que las cosas
sigan iguales a como
van al momento. O,
¿es que todo podría
cambiar mañana? Por
ahora, las protestas en
contra del presidente
siguen
sin
acción
política y vale repetirse
que la crisis en Venezuela
no es nada nuevo.
9