texto: ENRIQUE ZEGARRA BRAVO
diseño: PUÑO & LETRA
Qué manera de morir
Si quieres saber la mejor forma de morir,
mi vida puede servir de buen consejo. Les
contaré unas pequeñas historias increíbles
que condujeron a mi muerte inevitable.
De mis varios acercamientos a la muerte
ninguno se sintió tan espectacular como este.
En mi primer día de secundaria, tuvimos un
simulacro de incendio. Mientras caminaba
con mi clase hacia el campo de fútbol, pude
oler un extraño olor a quemado que venía
del puesto de café; eran unos bollos de
mantequilla.
Me acerqué para ver, pero las puertas
principales se habían cerrado y no podía
resistir el antojo de comerlas. Sin otra
opción en mente, lancé mi cuerpo de manera
frenética hacia las puertas metálicas para
quebrar la ventana integrada.
En seguida, los trozos de vidrio se empalaron
cómo dardos en mi trasero. Hubiera
preferido el mordisco de un Doberman a la
increíble agonía que sentí en ese momento.
La única forma de pedir auxilio, pensé, fue
arrastrar mi cuerpo hasta jalar la manija de
la alarma antiincendios. Minutos después,
los paramédicos aparecieron para subirme a
la camilla, y me miraron como si fuera un
mapache famélico pidiendo golosinas.
Un año después, mi familia viajó por
Sudamérica y nos hospedamos en una
pequeña vivienda en la ciudad brasileña
de Caratinga. Una madrugada, me quedé
despierto para observar las estrellas cuando
noté a un burro pastando en una colina. El
burro parecía mecerse sobre sus pies casi
como si le soplara la suave brisa de la noche.
Cuanto más tiempo miraba al burro, más me
obligaba a ir a el.
Mi curiosidad fue lo mejor de mí, y me
escabullí silenciosamente de la crujiente casa
en la que vivía. Con cada paso que tomaba en
el piso de cedro, la madera se torcía y parecía
haber un revuelo sofocado en la habitación
de mis padres.
Cuando pasé por el umbral de la casa, me
cargué directamente en dirección al burro.
Me lancé al aire y aterricé directamente sobre
su espalda. El burro, que se había quedado
dormido en el tiempo que me llevó salir de
la casa, soltó un grito antes de sacudir su