Bastardilla
texto: AMY BAND
diseño: ELISE GELLMAN
fotos: cortesía BASTARDILLA
T
odos han visto murales de graffiti o
tags alrededor la ciudad. Nombres
pintados en bancos públicos, imágenes
irreverentes pintarrajeadas en paredes
privadas - esa es la imagen que aparece en
la mayoría de las mentes estadounidenses.
Pero en realidad, el graffiti es mucho
más. Alrededor del mundo, e incluso
en vecindarios tan cercanos como el
de la Misión en San Francisco, el arte
público es una parte esencial de la cultura
circundante. Como lo declaró el gran
muralista Diego Rivera, “el arte es esencial
para la vida humana, y no solo puede
pertenecer a unos pocos [sino] que es el
lenguaje universal que pertenece a toda la
humanidad.”
El graffiti moderno, ahora una forma
cultural icónica, comenzó de manera
inesperada con un adolescente en
Philadelphia en 1967. Darryle McCray,
apodado Cornbread desde su tiempo en
el reformatorio, pintó “Cornbread ama
a Cynthia” alrededor del barrio como
proclamación de su afecto por la mujer
joven.
A Cornbread le gustó la atención tanto
que empezó a pintar su apodo en todas
partes, incluso sobre el avión de los
Jackson Five y el costado de un elefante
en el zoológico. Desde entonces, se ha
evolucionado y extendido alrededor del
mundo, transformándose en un medio
de arte bastante reconocido. La técnica
se ha vuelto particularmente popular
con artistas latinos. Mientras el graffiti
de Norteamérica tiene más que ver con
los tags, lo sudamericano generalmente