puño & letra Spring 2020 | Page 16

texto: MISAEL ROSALES diseño: HILARIO GONZALEZ Sin sacrificio no hay victoria Jimmy Chan- pexels La plática Todo comenzó una tarde con una plática con mi mamá sobre las posibilidades de regresar a El Salvador. Mis hermanas estaban viviendo allí y las extrañaba mucho. Al mismo tiempo, ella pensaba en mi futuro, como cualquier madre que quiere lo mejor para sus hijos. mamá. Estaba muy nervioso y no tenía ninguna idea de lo que venía. Llegué a la casa y mi mamá me estaba esperando en la sala. No tuve tiempo de entrar a mi cuarto porque me hizo sentar enfrente de ella. Comenzó a contarme que ella había asistido a una corte del gobierno, y me quedé callado porque no sabía exactamente para qué habría hecho esto. Me dijo que necesitaba tiempo para pensar las cosas un poco más. Ahí fue que me explicó que teníamos que regresarnos a El Al día siguiente la vi muy Salvador porque había una orden preocupada y pensativa. Le pregunté de deportación a nuestro nombre. si estaba bien o necesitaba algo y su El vuelo salía al día siguiente a las respuesta fue, “hablamos cuando seis de la mañana. regreses de la escuela, ¿ok?”. No me quedó otra opción de esperar hasta No tenía palabras para decir nada. que volviera. Solo alcancé a murmurar, “está bien”. La verdad no podía concentrarme en mis clases por andar todo el Entonces empezamos a empacar. dia pensando en qué me diría mi No entendía por qué estábamos en un caso legal si no teníamos problemas. Ahí fue donde me entró la curiosidad y me puse a revisar los documentos de la corte. Pues no había ninguna orden de deportación, sino una solicitud de salida voluntaria para regresar a El Salvador. En pocas palabras mi mamá me había mentido. No sé por qué no me dijo nada. A lo mejor pensó que era lo mejor para mí. Pero no pensó en mi futuro. Como saben, en El Salvador hay muchos problemas de economía, de delincuencia organizada, violencia y corrupción. Yo no quería volver. No le dije nada y mejor terminé de empacar mis cosas. Después me acosté y me relajé. Al final me pareció que existían dos opciones. La primera: no hacer nada, regresar a El Salvador. La segunda: hacer