puño & letra Spring 2020 | Page 15

texto: SOFIA CRESPO diseño: HILARIO GONZALEZ Menstruando en Una Jaula Imagínate esto; estás en una celda de cemento, dos metros por tres, una cama, una ventana pequeña y un inodoro. En vez de puerta hay rejas donde los guardias te pueden ver cada día, todo el día. ¿No te gusta? Hay otra opción, pero es peor. En vez de una celda pequeña, estás atrapado en una jaula más grande, de aproximadamente seis metros por seis, pero con más que 20 mujeres, sin ventanas ni camas. Tampoco hay puertas aquí. Tras las rejas los guardias sonríen de tu sufrimiento. Si eres un menstruador en cualquiera de estos lugares, en los centros de detención en la frontera o en la cárcel, la situación es aún peor. Y es porque no te van a dar suficientes ni adecuados productos sanitarios para tus periodos menstruales, ni toallas sanitarias ni tampones. Para mantener la salud durante el periodo, es necesario cambiar una compresa/toalla sanitaria o tampón cada cuatro a seis horas. Con esta información, puedes inferir que una persona usa por lo menos 3 productos menstruales al día por una semana, pero la cantidad depende del flujo del periodo. Unos menstruadores necesitan más porque sangran más. Si no se cambian las toallitas o los tampones, la bacteria crece y y asímismo el riesgo de contraer enfermedades. La suma: para mantenerse saludables, por lo menos 20 toallitas o tampones al mes. casos ni siquiera los hay disponibles para las mujeres. Si se venden en la tienda dentro de la cárcel, son demasiado caros para los salarios carcelarios tan bajos. Para conseguir tampones, tienen que hacer una cita con el doctor donde pueden recetárselos, pero esa cita cuesta cuatro dólares, todo el salario del mes. Muchos no quieren gastar su dinero en productos menstruales cuando lo guardan para otras necesidades como bocadillos, libros, lápices, libretas, etc. Son cosas que ocupan su tiempo, mantienen la salud mental y les dan un sentido de libertad que no tienen en sus vidas. porque no le dieron los productos para ayudarle con su periodo. Según testificó en su entrevista con la revista Mother Jones, se sentó en su propia sangre mientras su estado mental empeoraba, y su orgullo le fue robado. Los menstruadores en los centros de detención están a mayor riesgo de contraer infecciones como el síndrome de shock tóxico (una infección que puede afectar a cualquier persona pero es más común entre menstruadores) que si estuvieran en la cárcel porque hay enfermedades para las que no reciben tratamiento, como la gripe, que les hacen más susceptibles a otras condiciones. Al dejar de darles los antibióticos para la gripe, contribuye al riesgo del síndrome de shock tóxico. Para evitar una infección como el síndrome de shock tóxico, tienen que sangrar a través de su ropa, porque los productos de menstruación acumulan bacteria que le puede infectar al menstruador. Pero los guardias no les permiten tomar una ducha ni cambiarse la ropa. Así que viven en su propia suciedad hasta que los guardias les permitan limpiarse. Así que, se ponen a crear nuevos modos de absorber su sangre. Reusan sus toallas sanitarias del día anterior o usan cartón, papel sanitario o cualquier cosa que pueda funcionar. Sin embargo, esto implica una amenaza a su salud. En muchas cárceles y centros de detención, sólo les dan a los menstruadores diez toallas sanitarias en cada ciclo de menstruación, la mitad de lo que necesitan. Si no se inventan maneras de absorber la sangre, algunas veces, las meten en confinamiento solitario. Hay casos en que los guardias visitan las celdas de las mujeres y les hacen demandas sexuales degradantes a cambio de tampones. Con la ropa interior de papel que las cárceles proveen, las toallitas tampoco funcionan bien. Pero igual, casi nunca pueden usar tampones porque en muchos Coral Martin, una mujer de 20 años recluída en La Cárcel del Condado de San Luis Obispo en 2016, fue mandada a solitario donde sufrió un colapso mental La escasez de productos menstruales en las cárceles y en los centros de detención en la frontera les quita la comodidad a los menstruadores. Ahora, no tienen el derecho de pasar por su periodo con la misma dignidad que tendrían si no estuvieran consolidados en una jaula. Aunque algunos menstruadores han cometido un crimen, nadie merece la indignidad ni los riesgos a la salud que tienen que enfrentar. La ignorancia y falta de atención a la experiencia de los menstruadores son sintomáticas del patriarcado, que ignora los problemas de las personas quienes no son hombres. 15