texto: SOFIA CRESPO
diseño: HILARIO GONZALEZ
Menstruando en Una Jaula
Imagínate esto; estás en una celda de
cemento, dos metros por tres, una cama,
una ventana pequeña y un inodoro. En vez
de puerta hay rejas donde los guardias te
pueden ver cada día, todo el día.
¿No te gusta? Hay otra opción, pero es
peor. En vez de una celda pequeña, estás
atrapado en una jaula más grande, de
aproximadamente seis metros por seis,
pero con más que 20 mujeres, sin ventanas
ni camas. Tampoco hay puertas aquí.
Tras las rejas los guardias sonríen de tu
sufrimiento.
Si eres un menstruador en cualquiera
de estos lugares, en los centros de
detención en la frontera o en la
cárcel, la situación es aún peor. Y es
porque no te van a dar suficientes
ni adecuados productos sanitarios
para tus periodos menstruales, ni
toallas sanitarias ni tampones.
Para mantener la salud durante el
periodo, es necesario cambiar una
compresa/toalla sanitaria o tampón
cada cuatro a seis horas. Con esta
información, puedes inferir que
una persona usa por lo menos
3 productos menstruales al día
por una semana, pero la cantidad
depende del flujo del periodo. Unos
menstruadores necesitan más porque
sangran más.
Si no se cambian las toallitas o los
tampones, la bacteria crece y y asímismo
el riesgo de contraer enfermedades. La
suma: para mantenerse saludables, por lo
menos 20 toallitas o tampones al mes.
casos ni siquiera los hay disponibles para
las mujeres. Si se venden en la tienda
dentro de la cárcel, son demasiado caros
para los salarios carcelarios tan bajos.
Para conseguir tampones, tienen que
hacer una cita con el doctor donde pueden
recetárselos, pero esa cita cuesta cuatro
dólares, todo el salario del mes. Muchos
no quieren gastar su dinero en productos
menstruales cuando lo guardan para
otras necesidades como bocadillos, libros,
lápices, libretas, etc. Son cosas que ocupan
su tiempo, mantienen la salud mental y les
dan un sentido de libertad que no tienen
en sus vidas.
porque no le dieron los productos para
ayudarle con su periodo. Según testificó en
su entrevista con la revista Mother Jones,
se sentó en su propia sangre mientras su
estado mental empeoraba, y su orgullo le
fue robado.
Los menstruadores en los centros de
detención están a mayor riesgo de contraer
infecciones como el síndrome de shock
tóxico (una infección que puede afectar
a cualquier persona pero es más común
entre menstruadores) que si estuvieran
en la cárcel porque hay enfermedades
para las que no reciben tratamiento, como
la gripe, que les hacen más susceptibles
a otras condiciones. Al dejar de
darles los antibióticos para la gripe,
contribuye al riesgo del síndrome
de shock tóxico.
Para evitar una infección como
el síndrome de shock tóxico,
tienen que sangrar a través de
su ropa, porque los productos
de
menstruación
acumulan
bacteria que le puede infectar al
menstruador. Pero los guardias no
les permiten tomar una ducha ni
cambiarse la ropa. Así que viven
en su propia suciedad hasta que los
guardias les permitan limpiarse.
Así que, se ponen a crear nuevos modos
de absorber su sangre. Reusan sus toallas
sanitarias del día anterior o usan cartón,
papel sanitario o cualquier cosa que pueda
funcionar. Sin embargo, esto implica una
amenaza a su salud.
En muchas cárceles y centros de detención,
sólo les dan a los menstruadores diez toallas
sanitarias en cada ciclo de menstruación,
la mitad de lo que necesitan. Si no se inventan maneras de absorber
la sangre, algunas veces, las meten en
confinamiento solitario. Hay casos en
que los guardias visitan las celdas de las
mujeres y les hacen demandas sexuales
degradantes a cambio de tampones.
Con la ropa interior de papel que las
cárceles proveen, las toallitas tampoco
funcionan bien. Pero igual, casi nunca
pueden usar tampones porque en muchos Coral Martin, una mujer de 20 años
recluída en La Cárcel del Condado de
San Luis Obispo en 2016, fue mandada a
solitario donde sufrió un colapso mental
La escasez de productos menstruales en
las cárceles y en los centros de detención
en la frontera les quita la comodidad
a los menstruadores. Ahora, no tienen
el derecho de pasar por su periodo con
la misma dignidad que tendrían si no
estuvieran consolidados en una jaula.
Aunque algunos menstruadores han
cometido un crimen, nadie merece la
indignidad ni los riesgos a la salud que
tienen que enfrentar. La ignorancia y
falta de atención a la experiencia de los
menstruadores son sintomáticas del
patriarcado, que ignora los problemas de
las personas quienes no son hombres.
15