texto : MAYA FIALLOS diseño : ELISE GELLMAN
Mi mundo a través de la ventanilla
Me levanté naturalmente en una de esas mañanas donde te levantas sin sueño , con un buen humor y paz interna . Sentada a la orilla de mi cama , escuchaba los pájaros cantar , la risa de gente en la calle , y el fuerte arrancar del bus quince en la calle Morrison . El fuerte ruido me hizo sonreÃr . Al llegar a Portland , el bus quince fue el primero que usé , y el sonido de su arranque desde el comienzo me hacÃa pensar que estaba a punto de irme de viaje . Me hacÃa pensar en los buses que tomaba de pequeña desde la ciudad hasta la hermosa costa atlántica , y me hacÃa acordar del ferry nadando en las aguas abiertas de la Ceiba hasta Utila . Me hacÃa pensar en un avión desplazándose a un mundo nuevo . Escucharlo esa mañana me trajo nostalgia y alegrÃa a la misma vez . Era el sonido de Portland y un recuerdo a los primeros dÃas del pasado reciente .
Siempre que menciono que soy hondureña , muchos se sorprenden , no solo por mi piel blanca , sino porque suena tan lejano , tan diferente . La gente me dice cosas como WOW , o qué interesante . Pero ¿ cómo explicar que es mucho más complicado que eso , cómo explico que mudarme no ha sido una simple aventura a un mundo nuevo ? ¿ Cómo explicar cada dÃa de mis últimos meses en mi hogar , o cada minuto del dÃa que me mudé , a los segundos que se han sentido cómo años aquà ?
El sonido del bus me trae nostalgia porque me recuerda a ese dÃa cuando estaba pegada a la ventanilla junto a mi asiento en el avión , ese avión que no despegaba . En esos cortos 30 minutos , sentà como si hubiera envejecido 50 años . Estaba viendo afuera franticamente intentando guardar todo . No debÃa olvidar nada , querÃa absorber cada imagen de mi hermoso paÃs . ¿ Cómo explicar cómo se siente cuando el avión comienza a moverse ?, mirar por la ventana y ver mi único hogar convertirse en un mundo borroso por la velocidad , ver los techos de lámina brillando ante el fuerte sol hacerse más y más pequeños . Nada duele más que saber que no volverás en mucho tiempo , y que al volver nada será igual de como estaba guardado en mi memoria . Noviembre 4 del 2015 , ¿ cómo olvidar ese dÃa ?
Hace unos meses fueron las elecciones . El presidente , ilegalmente , se lanzó como candidato por segunda vez . En este periodo , al gobierno le tomó una semana dar los resultados de la votación , cuando usualmente toma un dÃa . Más de una vez , los dos candidatos más populares se declararon ganadores . Era una broma completa , y el pueblo despertó de una hibernación de décadas y reaccionó con violencia . Hombres y mujeres se fueron a las calles a protestar , y estando aquà , lo que más querÃa era poder estar allá . En esos dÃas , el paÃs sufrió ante el enojo de sus propios hijos . Los supermercados y las tiendas pequeñas fueron saqueadas por la gente , locales de negocio fueron destrozados , hubieron muchos muertos , y la iglesia de 500 años en el centro histórico de la ciudad , estaba prendida en un fuego infernal .
Viendo las fotos de mis calles en catástrofe , no reconocà la ciudad en la que una vez vivà . ParecÃa un paÃs de guerra , con llantas siendo quemadas y hombres y mujeres con las caras tapadas con bandanas . Sus ojos serios , enojados , buscaban justicia a través de la injusticia . Pero para otros que se expresaban en la prensa ,
texto: MAYA FIALLOS
diseño: ELISE GELLMAN
Mi mundo a través de la
ventanilla
Me levanté naturalmente en una de esas mañanas donde te
levantas sin sueño, con un buen humor y paz interna. Sentada
a la orilla de mi cama, escuchaba los pájaros cantar, la risa de
gente en la calle, y el fuerte arrancar del bus quince en la calle
Morrison. El fuerte ruido me hizo sonreÃr. Al llegar a Portland,
el bus quince fue el primero que usé, y el sonido de su arranque
desde el comienzo me hacÃa pensar que estaba a punto de irme
de viaje. Me hacÃa pensar en los buses que tomaba de pequeña
desde la ciudad hasta la hermosa costa atlántica, y me hacÃa
acordar del ferry nadando en las aguas abiertas de la Ceiba
hasta Utila. Me hacÃa pensar en un avión desplazándose a un
mundo nuevo. Escucharlo esa mañana me trajo nostalgia y
alegrÃa a la misma vez. Era el sonido de Portland y un recuerdo
a los primeros dÃas del pasado reciente.
querÃa absorber cada imagen de mi hermoso paÃs. ¿Cómo
explicar cómo se siente cuando el avión comienza a moverse?,
mirar por la ventana y ver mi único hogar convertirse en un
mundo borroso por la velocidad, ver los techos de lámina
brillando ante el fuerte sol hacerse más y más pequeños. Nada
duele más que saber que no volverás en mucho tiempo, y que al
volver nada será igual de como estaba guardado en mi memoria.
Noviembre 4 del 2015, ¿cómo olvidar ese dÃa?
Siempre que menciono que soy hondureña, muchos se
sorprenden, no solo por mi piel blanca, sino porque suena tan
lejano, tan diferente. La gente me dice cosas como WOW, o qué
interesante. Pero ¿cómo explicar que es mucho más complicado
que eso, cómo explico que mudarme no ha sido una simple
aventura a un mundo nuevo? ¿Cómo explicar cada dÃa de mis
últimos meses en mi hogar, o cada minuto del dÃa que me mudé,
a los segundos que se han sentido cómo años aqu� Hace unos meses fueron las elecciones. El presidente,
ilegalmente, se lanzó como candidato por segunda vez. En este
periodo, al gobierno le tomó una semana dar los resultados de
la votación, cuando usualmente toma un dÃa. Más de una vez,
los dos candidatos más populares se declararon ganadores. Era
una broma completa, y el pueblo despertó de una hibernación
de décadas y reaccionó con violencia. Hombres y mujeres se
fueron a las calles a protestar, y estando aquÃ, lo que más querÃa
era poder estar allá. En esos dÃas, el paÃs sufrió ante el enojo
de sus propios hijos. Los supermercados y las tiendas pequeñas
fueron saqueadas por la gente, locales de negocio fueron
destrozados, hubieron muchos muertos, y la iglesia de 500 años
en el centro histórico de la ciudad, W7F&&VæF–FVâVâgVVvð¦–æfW&æÂà¤VÂ6öæ–FòFVÂ'W2ÖRG&Ræ÷7FÆv–÷'VRÖR&V7VW&FW6P¦L:Ö7VæFòW7F&VvFÆfVçFæ–ÆÆ§VçFòÖ’6–VçFòVâVÀ¦fœ;6âÂW6Rfœ;6âVRæòFW7Vv&âVâW6÷26÷'F÷23Ö–çWF÷2À§6VçL:Ò6öÖò6’‡V&–W&VçfV¦V6–FòS;÷2âW7F&f–VæFògVW&¦g&çF–6ÖVçFR–çFVçFæFòwV&F"FöFòâæòFV,:ÖöÇf–F"æFÂf–VæFòÆ2f÷F÷2FRÖ—26ÆÆW2Vâ6L:7G&öfRÂæò&V6öæö<:ÒÆ6—VF@¦VâÆVRVæfW¢f—l:Òâ&V<:ÖVâ:×2FRwVW'&Â6öâÆÆçF0§6–VæFòVVÖF2’†öÖ'&W2’×V¦W&W26öâÆ26&2FF26öà¦&æFæ2â7W2ö¦÷26W&–÷2ÂVæö¦F÷2Â'W66&â§W7F–6–G&l:—0¦FRÆ–æ§W7F–6–âW&ò&÷G&÷2VR6RW‡&W6&âVâÆ&Vç6