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Se cuenta, que durante mucho tiempo siguió viendo a la bruja, para rogarle que le quitara el maleficio de no poder tener hijos, hasta que por conducto de esas hechicerías, logro embarazarse, teniendo por resultado el nacimiento de un hijo deforme al cual trató de ocultar, manteniendo su vida de fiestas exageradas y amores ocasionales que desaparecían sin dejar rastro alguno.
Un día, regresó su esposo de un prolongado viaje y al abrir la puerta el criado con el niño en los brazos, el conde estrepitosamente corrió hasta la recámara para exigir una explicación cuando la descubre en los brazos del amante en turno, enfurecido se abalanza sobre los infieles y los mata a los dos con su espada, ordenándole al criado que los arroje a un pozo lleno de lagartos que se situaba al fondo de su propiedad, el criado testigo fiel de la vida de esa casa, relata horrorizado al conde como la condesa mataba a sus amantes y para no dejar huella del delito los echaba a ese pozo lleno de lagartos; el conde asqueado por lo que escuchaba arrojó los dos cuerpos junto con el del niño al pozo. Se dice que el buen conde se volvió loco y que se le veía muy seguido por las calles del puerto gritando fuertemente " justicia, justicia, y que muera la condesa de Malibrán ".