Problemas educativos en México: una mirada desde los estudiantes | Page 28

Una mirada desde adentro: las escuelas menonitas en México

i consideramos los horizontes his-

tóricos y geográficos, las escuelas

han sido tanto diversas como comunes. México, como territorio nacional, no es la excepción. Generalmente, las escuelas mexicanas son consideradas en categorías o clasificaciones que sirven para agruparlas pero evidencian poco su esencia y vida cotidiana: rurales, urbanas, públicas, privadas, indígenas y comunitarias (por mencionar algunas). También, son marcadas por niveles educativos, básica, media superior y superior, que cuentan con una adscripción al Sistema Educativo Nacional (SEN) de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Estos elementos normativos y organismos pertenecientes al Estado conforman y dan validez a las instituciones del país; sin embargo, no incluyen la totalidad de espacios escolares existentes en nuestra nación.

La mayoría de las escuelas de los grupos menonitas no forman parte de la SEP. Se localizan en las lejanías de las grandes urbes, de la cultura magisterial mexicana y de los requerimientos burocráticos que el sistema exige a las instituciones incorporadas. Son escuelas que desde su inicio han sido organizadas por los miembros del grupo étnico-religioso que emigró, a partir de la segunda década del siglo XX, al norte del país1. Los maestros, miembros de la comunidad, no tienen una formación profesional en las instituciones del Estado, se han formado en sus escuelas, las cuales no llegan a nivel superior.

Si tratáramos precaria y falazmente este tema, con base en los discursos normativos o legales de la SEP, estas escuelas no son “escuelas”, sus maestros no son “docentes” y sus alumnos no están en los registros de “alumnos”; están en otra órbita, lejos de la bulla y efervescencia de las culturas escolares mexicanas y no se mencionan en materia de política educativa. Su autonomía o separación tiene como base un documento llamado privilegium que les fue otorgado por el alto mando del país en su llegada al territorio nacional2. Además, se podrían juzgar en contradicción con los discursos constitucionales del país, sobre la educación, porque “no son escuelas laicas” y mantienen la enseñanza de su doctrina religiosa a todas luces, sin ningún enmascaramiento como puede ocurrir en otros espacios educativos.

Por lo anterior, en estas escuelas no hay presencia del uso de planes, programas y libros de texto gratuito; ni la elaboración de trámites y registros burocráticos que las disposiciones gubernamentales exigen a los encargados de organizar y dirigir las instituciones; y, tampoco, hay una supervisión sobre su quehacer educativo y la asignación de programas de apoyo. Otros elementos, como las pocas investigaciones en estas escuelas y la supuesta esencia hermética de la vida de los menonitas frente a extraños, han generado escasa información sobre las características y prácticas escolares que maestros, alumnos y demás involucrados realizan de forma cotidiana, una vida educativa que se realiza en condiciones diversas y con particularidades que dependiendo los grupos y las colonias se pueden definir desde distintos parámetros y especificidades.

Más allá de la ausencia de un reconocimiento oficial, una diversidad de escuelas

Los menonitas no son grupos homogéneos, existen actualmente una diversidad de colonias en México que tienen como raíz tres: Altkolonier (Antigua Colonia), Sommerfelder (Campos de Verano) y Kleine Gemeinde (Pequeña Congregación). Las diferencias las marcan sus iglesias (con pequeños cambios entre sí) y prácticas sociales; sin embargo, tienen el mismo origen histórico y, en la mayoría de los casos, su llegada de Canadá a México. Los colonos menonitas más allá de buscar un reconocimiento de validez oficial en su educación3, buscan mantener la autonomía en su forma de organizar y llevar a cabo su vida escolar. No es gratuito que uno de los motivos por los que se han trasladado, desde su nacimiento en Europa del siglo XVI, es porque los países en donde vivieron les restringieron esa posibilidad; esto como prueba de la importancia que las comunidades le otorgan a su educación escolar.

Entre varios aspectos que pueden diferenciar a estos grupos, están las categorías que en escritos como los de Aboites (1993), Lawrence (2005) y Allouette (2014) han hecho para polarizarlos en dos agrupaciones, por un lado los “conservadores” (o también nombrados tradicionales) y por otro los “liberales”. Estas categorías que no sólo aplican a cuestiones como vestimenta y apertura religiosa, también se traducen en diferencias sobre sus sistemas escolares. Para el caso de los grupo conservadores o tradicionales, las escuelas entre los colonos se les nombra “escuelas de campo”, donde asisten alumnos de diversas edades a un aula con un sólo maestro para cursar una etapa de seis años para las mujeres y siete para los hombres, utilizando únicamente el idioma alemán en su enseñanza. El otro caso, de los grupos liberales, existen una graduación en niveles desde kindergarten hasta medio superior con la participación de varios maestros dependiendo el grado y con un sistema trilingüe (alemán, inglés y español); los colonos a este tipo de organización le nombran “comité escolar”.

Las colonias menonitas que cuentan con “escuelas de campo” no tienen, y tampoco buscan, un registro ante la SEP, así las pocas que han optado por incorporarse son algunas de las que se organizan en “comité escolar” y pertenecen a colonias liberales. Sin embargo hay casos de escuelas que no están incorporadas y tampoco son como las tradicionales sino que han generado un sistema educativo complejo, el caso más reconocido es el que tiene la colonia Los Jagüeyes del grupo Kleine Gemeinde en Namiquipa, Chihuahua. Esta colonia cuenta con un desarrollo amplio de materiales educativos elaborados propiamente por maestros y menonitas

S

Emmanuel González Montañez

28