Problemas educativos en México: una mirada desde los estudiantes | Page 16

El Centro de Cultura Digital (CCD): un espacio de encuentro

a Estela de Luz fue el proyecto gana-

dor de la convocatoria que abrió el

gobierno federal a través del entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) y el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), en conjunto con el Gobierno del Distrito Federal (GDF), para la creación de un monumento conmemorativo del Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución mexicana. Espacio polémico debido a los elevados costos de su construcción1 en relación a lo presupuestado y el retraso de su entrega2, incluso se puso en cuestionamiento su significado en un sinfín de artículos de prensa y otros medios de comunicación.

Es en este ambiente en el que surge una iniciativa que, desde mi punto de vista, da a la Estela de Luz un sentido educativo: el Centro de Cultura Digital (CCD) ubicado en el sótano del monumento. Dicho proyecto posible-mente se haya inspirado en otros centros en el mundo con la misma temática y cuya proliferación indica la importancia que ha adquirido la cultura digital en estas últimas décadas —vinculada a una idea generalizada de la tecnología como la panacea a muchos problemas de diversa índole—y a la necesidad de lugares como éstos para los jóvenes. Centros como el de Madrid en España o Buenos Aires en Argentina, por mencionar algunos, están auspiciados por capital público.

Según el CCD, la cultura digital se entiende como:

“…toda expresión que nace o se ve afectada por el hecho de vivir en un entorno influido por las tecnologías de información. Los productos de dicha cultura no son necesariamente construidos en plataformas digitales, más bien, reflejan nuevos compro-misos y pactos sociales que resultan de la intercomunicación, la colec-tivización del capital cultural y el desvanecimiento de fronteras geográficas y entre disciplinas artísticas, científico-tecnológicas y humanísticas” (CCD, 2016).

Desde septiembre de 2012 el CCD ha sido adoptado por los jóvenes como un lugar de difusión, producción artística y cultural. Un nuevo espacio público de la ciudad del que pretendo identificar su origen y desarrollo además de las interacciones que ahí ocurren, las cuales lo han convertido en un lugar de encuentro para los habitantes de la Ciudad de México.

El CCD es un espacio con oferta cultural para un público diverso y con distintos niveles de desarrollo en habilidades digitales, no obstante, la mayoría de sus asistentes son jóvenes. Según Urresti (2015) son los jóvenes quienes “…lideran desde la adopción, la producción, el consumo, y el prosumo –intermedio entre la producción y el consumo– la evolución de las redes digitales y las tecnologías de la información y la comunicación” (Urresti, 2015: 10). En esta situación también influyen la temática de sus cursos, talleres y laboratorios ; pero también a que, desde hace algunos años, sea la sede del Global Game Jam, actividad relacionada con la creación de videojuegos que se lleva a cabo de manera simultánea en más de 70 países.

De acuerdo con Néstor García Canclini (2012) hay un tipo de jóvenes denominados trendsetters o techsetters quienes están marcando tendencias en relación con la tecnología en esta sociedad de la información, también llamados prosumidores pues se trata de “actores creativos jóvenes que habrían desdibujado las fronteras entre producción y consumo” (García Canclini, 2012: 12) por lo que se cree que participan en una economía creativa, lo cual tiene sus matices pues hay investigaciones como la de Ángela McRobbie, Jaron Rowan y Emilio G. Medici (2009) que cuestionan si las industrias creativas impulsan el desarrollo o más bien son una forma de enfrentar sus fallas.

En el CCD confluyen jóvenes formados en diferentes disciplinas, algunos de ellos acuden a aprender, practicar y potencializar saberes compartidos. Además de divertirse, encuentran a otros jóvenes con intereses similares o distintos a los suyos. En algunas actividades del CCD se promueve el trabajo en equipo y la creación de productos por lo que ocasionalmente se conforman grupos o colectivos con distintos niveles de formalidad y con ello, redes de trabajo, creación, producción e incluso de amistad. Hay quienes acuden al Centro para descansar en su hora de comida, tener wi fi gratis y estar conectados con el mundo o bien para conocer su arquitectura, alguna exhibición, película o a escuchar alguna conferencia.

"...habría que repensar si en realidad la cultura digital separa generaciones o las une"

Además de la gran diversidad de jóvenes que asiste al Centro acuden e interactúan adultos mayores o niños, fundamentalmente en el verano, y si estos encuentros ocurren habría que repensar si en realidad la cultura digital separa generaciones o las une. Feixa (2005) sostiene que antes de la revolución tecnológica, la brecha generacional se definía por los hechos históricos o por las rupturas musicales; sin embargo, en la actualidad, “la brecha generacional se distingue particu-larmente por el acceso, participación, uso y apropiación de las nuevas tec-nologías” (citado en Ortega, 2012: 368).

Desde la perspectiva de Paul Gee (2007, citado en Dussel, 2010) se promueven encuentros a partir de la afiliación social o los espacios de afinidad organizados a partir de las nuevas tecnologías en donde lo que se tiene en común es una tarea o interés acotada en el tiempo que depende de la iniciativa de los participantes y que no se define por edad, género o sector social. Es probable que el factor socioeconómico juegue un papel importante en la posibilidad de acceder al espacio, independientemente de la gratuidad de sus actividades, por el simple hecho de estar ubicado en una zona eminentemente cultural y urbana de la Ciudad de México: Lieja y Avenida Reforma.

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Claudia Aimée Pérez Galán

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