Problemas educativos en México: una mirada desde los estudiantes | Page 13

mencionado: Pitágoras una teoría del ritmo (1916), El monismo estético (1918) y Estudios indostánicos (1920).

De las obras filosóficas interesa analizar sus tesis y las conclusiones a las que llega durante este periodo, que configurarán su pensamiento. Es conveniente aclarar que el estudio de estas obras se hará con miras a indagar la interpretación que Vasconcelos hizo del pensamiento universal y no con la intención de hacer un estudio crítico que juzgue sus aciertos o errores interpretativos, es decir, sin el afán de analizar si su lectura se ajusta a la interpretación académica.

De estas obras filosóficas también interesará rastrear su sustento y antecedentes. El interés de Vasconcelos por la filosofía es una constante desde sus años de juventud y previos al periodo de interés mencionado. Aunque su formación universitaria la hizo en Derecho por no encontrar otra opción aceptable, su tesis de Licenciatura la escribió sobre los principios de la filosofía de Spinoza para de esta forma fundamentar una teoría dinámica del derecho. En 1909, Vasconcelos se consideraba a sí mismo filósofo. Formando parte del Ateneo de la Juventud leyó a Schopenhauer y a Nietzsche, que influyeron tanto en su vida como en su pensamiento. Desde joven supo que debía vivir apasionado por sus ideas, conocer los placeres y vicios. En 1910 hizo una lectura pública de un ensayo sobre el sentido místico del baile, basado esencialmente en el origen de la tragedia de Friedrich Nietzsche. Desde este momento veía la intención de desarrollar una teoría que sintentizara lo apolíneo con lo dionisiaco (Quintanilla, 2008).

Además de las obras filosóficas, se analizará la correspondencia del pensador mexicano para saber qué leía, qué escribía y con quién dialogaba desde el exilio. José Vasconcelos forma parte de una generación de intelectuales, en la que varios de sus miembros se encuentran en el exilio. Su diálogo epistolar se da con Alfonso Reyes, que se encuentra en España; con Martín Luis Guzmán, en Estados Unidos, durante el segundo semestre de 1916, que Vasconcelos estuvo en Perú, y con Julio Torri, quien se encuentra en la Ciudad de México, y será el editor de sus obras en México.

"[…]: todos nosotros los de esta época que nos ha obligado a vivir trágicamente, vamos a morir jóvenes, es decir de 50 años y de ruptura de las venas del corazón, pero déjalas que se rompan solas, que sea el cuerpo el que se raje no el espíritu y no hables de que te cuiden los tuyos ni de fuerzas oscuras que den cuenta de ti: no hay seres que puedan cuidarnos a nosotros porque nacimos con el poder de los adelantados y nuestro aislamiento depende de que no pueden seguirnos los otros, pero debemos seguir adelante así solos” (Vasconcelos, J. y Reyes, A., 1995: 33).

Referencias bibliográficas

Blanco, J. (1983). Se llamaba Vasconcelos. Una evocación crítica. México: FCE.

Domínguez, C. coord. (2010). Los retornos de Ulises: una antología de José Vasconcelos (pp. 201). México: FCE, SEP.

Fell, C. (2009). El iberoamericanismo de José Vasconcelos. En Fell, C. José Vasconcelos: los años del águila (pp. 553-657). México: UNAM.

Quintanilla, S. (2008). <<Nosotros>> La juventud del ateneo en México (pp. 223-252). México: Tusquets Editores México.

Vasconcelos, J. y Reyes, A. (1995). La amistad en el dolor. Correspondencia entre José Vasconcelos y Alfonso Reyes. 1916-1959, El Colegio Nacional, México. Compilación y notas de Claude Fell.

Skirius, J. (1978). José Vasconcelos y la cruzada de 1929. México: Siglo XXI.

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