No es normal que un club gane en un mismo año los seis títulos en los que compite. Y mucho menos que lo haga con diez jugadores y el entrenador formados en sus equipos inferiores. Ni tampoco que un año después tres de esos jugadores sean los finalistas del premio individual más prestigioso del mundo del fútbol.
El Barça parece instalado en la excepcionalidad. Pero, ¿cuáles son las bases de su éxito? ¿Cómo gestiona el talento? ¿Cuenta con un modelo sostenible? ¿Cómo consigue el Barça que prevalezca su filosofía de club, su estilo de juego, por encima de las individualidades? El profesor del IESE Pablo Cardona y el investigador Borja Lleó tratan de responder estas preguntas en el caso que elaboraron sobre el equipo azulgrana.
El centro del talento
La piedra angular de este modelo de éxito hay que buscarla en la Masía de Can Planes, que durante tres décadas ha sido el hogar de más de 500 jugadores. Oriol Tort, padre del modelo Barça, decidió convertirla en una residencia para jóvenes promesas en 1979. La finalidad de este proyecto pionero en el fútbol europeo era preparar personas y futbolistas. Se buscaban jóvenes con talento, pero también con espíritu de superación y capacidad para trabajar en equipo.
A la hora de valorar candidatos durante todos estos años no sólo se han tenido en cuenta sus cualidades físicas y técnicas. Se requiere una mayor amplitud de miras. Los sucesores de Tort sacan a relucir los casos de Pep Guardiola y Carles Puyol. El primero de ellos era muy lento y débil físicamente, pero su inteligencia era tan evidente que lo compensaba todo. Puyol no destacaba por ser un jugador brillante. Sin embargo, sus ganas de triunfar y su capacidad de trabajo le abrieron las puertas del éxito.
De la correcta selección del talento depende gran parte del éxito futuro. En este terreno, los ojeadores desempeñan un papel importante, ya que realizan una primera criba, aunque es el equipo técnico quien toma la decisión definitiva. Ahora bien, ¿cómo se ha conseguido atraer el talento durante estos años? ¿Cómo se convence a los padres de fuera de Barcelona para que permitan que sus hijos se críen lejos de su familia y su entorno? El prestigio de la Masía como escuela de valores resulta de gran ayuda para lograrlo.
Ante todo, personas
La Masía ha conseguido que la formación personal y el rendimiento deportivo sean un binomio indisociable en la vida de sus residentes. La educación del futbolista se basa en una triple dimensión: físico-deportiva, intelectual y moral. El objetivo del club es formar buenas personas, responsables en sus estudios, con unos hábitos de vida saludables y que sean felices con el estilo de vida que han escogido.
Las exigencias de la disciplina deportiva, el estresante día a día escolar o el hecho de estar lejos de su familia pueden afectar al estado de ánimo de las jóvenes promesas. Por ejemplo, Andrés Iniesta recuerda el día en que llegó a la Masía con doce años: parecía como que el mundo se acababa, era una nueva vida y el impacto fue muy duro. De ahí la necesidad de apoyo por parte de los maestros, pedagogos, psicólogos y otros profesionales del club que están en contacto con los jóvenes.
El plano formativo es básico. Los entrenamientos son totalmente compatibles con las clases y se exige que los chicos se esfuercen al máximo en la escuela. Además, a los jóvenes que provienen de otras culturas se les presta una atención especial. El equipo de educadores incluso presta apoyo personalizado para orientar la carrera profesional.