Portaligas #08 - Primavera 2018 | Page 40

40 > PERFIL PRO El futbolista chileno más ganador de la historia quiere coronar sus últimos sueños en el Barcelona, los que le falta cumplir. Y los que nadie creyó que siquiera iba a aspirar cuando era el cometierra en la polvorienta cancha del Rodelindo Román. Estos son sus orígenes *POR NICOLÁS OLEA L a gente mayor con buena memoria recordará que la comuna de San Joaquín no existe hace mucho tiempo. Fue creada en 1981, como un riñón de la comuna de San Miguel, en el mismo lugar donde 30 años atrás se habían concedido terrenos para que los funcionarios muni- cipales hicieran sus casas. Uno de esos sectores era la población El Huasco, donde a me- diados de 1950 desembarcaron obreros de San Miguel a levan- tar sus sueños. Entre ellos estaba Arturo Pardo, basurero del sector, quien junto a su mujer Uberlinda Castillo llegó a vivir Paradero 14 de avenida Santa Rosa. Junto a sus colegas se ins- taló para formar el lugar que más tarde sería su tumba. Don Arturo falleció trágicamente. Lo arrolló una micro cuando iba en la parte trasera del camión recolector. Fue uno de los primeros mártires de la población y por eso su nombre está en una de sus calles. Pero también en el de su nieto, el máximo orgullo del vecinda- rio: Arturo Vidal. *** La población sufrió un duro empobrecimiento a partir de los 80. Los funcionarios habían jubilado y sus modestas pensiones no alcanzaban para lo mínimo. El Huasco se convirtió en un suburbio y reunió las condiciones que formaron a los mejores futbolistas en todo el mundo. Vidal nació en 1987 y no había para mucho. Su madre Jacqueline lo bautizó con el nombre de su padre y le dio la responsabilidad de ser el primer varón, sobre todo después de que echó de la casa al padre de Arturo, Erasmo, por llegar pasado de tragos y quemar parte del hogar. De ahí en más se las arregló sola con cinco hijos. Y una noche de invierno, al llegar entumecida de frío a la casa con los pies mojados luego de lavar alfombras, la agarró Arturo: “Mamita, voy a hacer lo posible para que nunca vuelvas a pasar por esto”. El deseo de Vidal se convirtió rápidamente en la obsesión de todo un barrio. *** Al frente de la casa de los Vidal Pardo había una cancha. Ahí el pequeño Arturo se convertiría en el cometierra, porque de tanto correr tras la pelota el polvo y él se hacían uno. Erasmo lo había integrado a los dos equipos en los que jugaba: el Ricardo Mejías de La Victoria y en el Rodelindo Román de San Joaquín. También estaban sus primos y tíos, por lo que Vidal prácticamente creció con esa camiseta verde. Y de ahí saltó al mundo. En esa cancha de la esquina del Pasaje